Desde que soy mamá tengo una gran conciencia de leer etiquetas y de interpretar la intencionalidad de la industria en vender algo por sano cuando no lo es.
Hace poco tenía en mis manos una lata de salsa de tomate que aseguraba ser “natural” y “sin preservantes”. Por simple lógica: ¿cómo una salsa de tomate puede quedarse atrapada en una lata sin tener aditivos que la conserven por meses? La respuesta es simple: ninguna.
Esta semana se conmemora la semana mundial de la alimentación saludable y en el marco de la celebración te dejo las cinco afirmaciones más descaradas de la industria de alimentos procesados predica:
Con saborizantes naturales: el sabor a frutas, pollo o carnes no provienen de alimentos, sino de sustancias sintéticas que imitan el sabor y el olor.
Con vitaminas y minerales: en su composición se incluyen vitaminas sintéticas que en ningún momento se comparan con las vitaminas y los nutrientes que se encuentran en los alimentos reales.
Sin azúcar añadido: y así existen muchísimos empaques que son engañosos. El más común es este, pero en la etiqueta podemos encontrarlo con tantos nombres como los que tendría el diablo durante un exorcismo. Por ejemplo:
Nombres alternos al azúcar:
· Dextrosa
· Fructosa
· Glucosa
· Maltosa
· Sacarosa
· Jarabe de maíz alto en fructosa
· Tapa dulce
· Miel de abeja / agave / maple
· Miel de maíz
· Jugo de caña
· Azúcar cruda
Sin preservantes: la comida natural se puede deteriorar en poco tiempo; en cambio, los productos procesados y ultraprocesados tienen una vida para su consumo bastante larga. Si en una etiqueta se lee que no tiene preservantes y su fecha de caducidad es muy duradera, seguramente te mienten.