Están en todas partes, en el Instagram comparten sus rutinas de ejercicio, sus dietas y cualquier tendencia saludable que se les ponga enfrente.
Son delgadas, bellas y muy exigentes con su forma de vida. A veces las envidio y mi parte más vanidosa me seduce para buscar un estilo de vida similar.
Debo confesar que empecé a seguir a varias de ellas, los platillos que preparaban y mostraban detrás de los filtros de Instagram se veían asombrosos. Tras varios intentos por imitarlas, me di cuenta que mi nivel de ansiedad y de desesperación no me lo permitía.
En un proceso de autoconocimiento y de verme al espejo y asumir algunas curvas propiciadas por la genética me di a la tarea de sacarlas de mi Instagram. Una a una se fueron, por donde llegaron, no por envidia sino por querer encontrar un camino más saludable para mi vida, lejos de las dietas.
¿Vida saludable, lejos de las dietas?, en mi paso por ese autonocimiento, descubrí que mi cuerpo es único, que querer el de la tele o el de la nutricionista es imposible. Para darme cuenta únicamente debía partir de un concepto básico que me enseñaron en la clase de antropología, teología y filosofía: cada hombre es único e irrepetible.
Y yo soy única, descubrí que para llegar a mi peso ideal debía amar mi cuerpo y sobre todo saberlo escuchar. En mi proceso de pérdida de peso post parto he bajado 6 libras, a diferencia de hace cinco años con el nacimiento de mi primera hija, mi ansiedad y mis intentos fallidos de miles de dietas me recetaron 10 libras de más.
Trabajar mis sentimientos y mi manera de verme al espejo ha sido la clave en este proceso que estoy llevando a cabo y que sin darme cuenta he ido perdiendo el peso que necesito y me hace sentir bien.
¿Qué como?, absolutamente de todo. Únicamente es necesario saber escuchar a mi cuerpo y las falses alarmas que emite mi cerebro para decirme que tengo hambre o tengo que comer en ese momento. A veces lo que necesito es tomar agua o simplemente calmar un poco esos impulsos poco saludables para mi bienestar no solo físico sino espiritual.
Estoy en la fase de mi vida que perderme en dietas absurdas me dará una dosis de mal humor, cuando mis hijas necesitan de mi felicidad. Y esto segura que un plato de lechuga no me hará feliz y aunque seguramente me hará perder de peso, incrementará mi ansiedad y desesperación.
A las chicas fit de mi Instagram no quiero que se sientan atacadas, no dudo que su estilo de vida las hace plenas y les genera alegría. Pero no olviden mostrarles a las mujeres que todas somos diferentes.
Que su mensaje sea de un autocuidado pleno, de cuerpo y alma. Por favor que su mensaje sea de amor, que cada uno se ame y sepa reconocer frente al espejo su propia belleza.