Carta de Marcela a su agresor:
Es el domingo 30 de septiembre del 2018, son las 6 de la mañana. Llevo 2 semanas sin poder dormir bien. Mi amiga deja a sus 3 niños pequeños al cuidado de su cuñada, pasa a recogerme y nos dirigimos al MP, en la zona 1 de la Ciudad de Guatemala. Después de estar allí por 6 horas, dando mi declaración y detalles muy íntimos a personas que no conozco, ya está puesta la denuncia.
Nueve meses después, luego de incontables visitas al MP, tanto de la ciudad como de Sololá; visitas al INACIF, ampliación de declaraciones mías y de testigos del caso, un proceso más que horrible y desgastante, ya mi caso estaba listo y preparado por una fiscal del MP y mi abogado, y listo para la primera declaración de mi agresor, el entrenador de gimnasio: “Pupas” Cortez.
El caso estuvo siendo preparado por todo ese tiempo para tener la mayor cantidad de información, informes médicos y psicológicos, la investigación realizada por el MP, ya todo listo para iniciar el proceso en el que se acusa a “Pupas” de haberme violado y agredido sexualmente.
Un día antes de dicha audiencia, misteriosamente la fiscal del MP es removida del caso y con ella, todo el trabajo de investigación realizado. En su lugar ponen a una nueva fiscal, con nulo conocimiento del caso. Todo el trabajo que se había hecho quedó mal resumido en una hoja de tamaño carta, la nueva fiscal no brinda todas las pruebas y la jueza resuelve: “Falta de mérito”.
Al parecer, todo el caso y trabajo está tirado a la basura. Mi agresor sigue libre.
Y me preguntan, ¿cómo me siento? Aquí va mi respuesta:
Por muy difícil que parezca, anoche no pude dejar de pensar en cómo me siento y la palabra es: agradecida.
Estoy agradecida, primero, con Dios porque nunca, nunca, nunca me dejó sola. Sé que Él estuvo conmigo durante esas horas de inconsciencia, en las que fui abusada. Él estuvo cuando desperté, sigue allí y seguirá estando porque así, Él lo ha prometido. Sé que Él guardó mi vida y me protegió de algo peor (pude haber aparecido en una cuneta y el caso seguiría estando impune).
Estoy agradecida también por la gente a mí alrededor, familia y amigos. Gracias por su apoyo incondicional, tanto a las que me han acompañado a las múltiples visitas al MP, como aquellas personas que han estado al lado mío, incluso en silencio, velando respetuosamente por mi bienestar, sin hacer mayores preguntas. ¡Gracias!
En este tiempo transcurrido pasé por todas las fases del duelo, aprendí que este no es un proceso lineal, aprendí a vivir un día a la vez. Conocí también a gente excepcional, personas e instituciones que han sido mi voz cuando no he podido hablar, que han sido un hombro sobre el cual recostarme y llorar, y sobre las cuales puedo apoyarme cuando siento que las fuerzas se me van.
Escribiendo esto, no puedo evitar recordar cómo me sentía hace unos meses; fue un proceso largo, horrible, no es nada fácil. Literalmente, hubo días en los que levantarme de la cama era un gran reto, pero no estuve sola.
A las personas que están pasando por una situación similar, quiero decirles que la vida no se acaba allí. Es un proceso, y no pasa de la noche a la mañana. Un día a la vez, no se exijan más que eso. Somos sobrevivientes, no víctimas. Y Dios está con ustedes, al lado suyo, pasando esta tormenta.
Mi admiración y respeto a las personas que se atreven a denunciar.
Al MP: me da mucho pesar que las “autoridades” de mi país estén tan mal. Lamentablemente, han demostrado su ineficiencia, falta de capacidad y corrupción.
A mi agresor y sus cómplices:
¿Cuánto dinero han pagado? ¿Qué más esconden? ¿Cuánto miedo sienten para tener que manipular y mentir tanto? ¿Cómo se siente estar tan podridos por dentro?
¿Qué tan mal tienen que estar para recurrir a estos métodos y así poder sentir poder sobre una mujer? ¿Cómo pueden dormir por las noches?
Trataron de dañarme, de anularme y de romperme. Pero, ¿saben algo? Estoy ¡INCREÍBLEMENTE FELIZ!, y esa es mi victoria, al final gané. Al final el bien ganará, independientemente del sistema corrupto, el karma, la ley de la siembra y cosecha (como quieran llamarle) los alcanzará. Nada de lo que ustedes digan o traten de hacer puede afectarme ya, ni logrará borrar mi sonrisa.
Marcela