“Necesitaremos escritores que puedan recordar la libertad. Poetas, visionarios, los realistas de una realidad más grande”.
Ursula K. Leguin, discurso de aceptación del National Book Award.
Sus palabras traen a la mente de forma categórica al escritor guatemalteco Javier Payeras.
Y es que hay muchas -distintas- formas de acercarnos a Payeras. Podemos dar un paseo por su prolífica obra literaria, ocuparnos de su poesía y de la también poética forma en la que escribe ficción. Reflexionar largo y tendido sobre sus ensayos o desentrañar el significado silencioso que guardan sus aforismos. Incluso, podríamos construir una galería con sus cuadernos, con los dibujos y colores que en ellos plasma y con los que exterioriza otro rostro de su gruesa vena artística. Sus cuadernos representan, a todas luces, una manera más de narrar el entorno y su interior.
El momento histórico conduce a conocerlo de cerca dentro del contexto de la pandemia. Nos invita porque, desde que esto empezó, Javier ha creado una configuración de palabras e imágenes en torno a la incertidumbre que desató la llegada del COVID-19. Se podría decir que ha nombrado lo abstracto.
Durante los últimos meses, en este túnel de tiempo distinto que conduce a una realidad nueva para la humanidad, escritores y artistas en general, desde diversos paisajes de confinamiento, han abierto la puerta a distintas formas de concebir la experiencia humana y por lo tanto a nuevas formas de narrar. Payeras es uno de los más presentes.
Después de haber tenido la oportunidad de conversar con él en Relato Live, trabajar esta columna se convirtió en un reto. Más allá de esa conversación, iluminadora y muy agradable, entre ensayo, ficción y poesía, Javier ha publicado durante el confinamiento y los días posteriores una especie de río digital, una conversación que afortunadamente no termina. Ha colocado sobre la mesa una serie de ideas y sentencias que, con su particular dominio del lenguaje, arrastra al lector a escuchar en atento silencio.
Merece decir que sus textos, breves o extensos, son muestra prístina del registro literario conocido como stream of consciousness o fluir de la conciencia. Formas de expresión que pavimentan la historia. Y, ahora mismo, transitamos históricamente una calzada ancha.
Sin haber sido escritos precisamente durante la pandemia, sus entregas serán recordadas como la voz de un autor imprescindible durante el tiempo confinado.
Puede tratarse de una pieza sobre el oficio de escritor en una sociedad donde la cultura es dispensable o un ensayo magistral sobre la historia literaria del país. Puede ser un cuaderno de poesía escrito con nostálgica caligrafía o una pieza de ficción ambientada en el momento. Incluso, Javier se acerca en entregas intermitentes de una novela inédita, La luz del principio. Al estilo Balzac o Flaubert, son publicadas en revistas literarias, como él mismo explicó.
La luz del principio no es más que un apostolado después de grandes poetas. Su intención no es publicarla en una edición. No le interesa que el lector siga la secuencia lineal, le gustaría, más bien, que entre en la secuencia que más le guste.
La conversación
Para contextualizar autor y momento, interesa rescatar ideas medulares que Payeras ofreció durante la conversación con Relato. Algunas, en todo caso, porque ofreció un inteligente y vasto inventario de reflexiones. El tema central fue artistas y creatividad en tiempos del COVID-19. Sin embargo, hubo más, mucho más.
En primera instancia, Javier opina que este es un momento magnífico para repensar las cosas.
El coronavirus es un punto rojo colocado en el mapa de la historia.
Javier Payeras
En el plano personal, Javier compartió que, más que planes literarios de poder construir una novela, una gran obra, le han dado ganas de leer libros enormes, gruesos volúmenes de muchas páginas. Ha sido tiempo de reencuentro con Stendhal, Freud, García Lorca, Quevedo, Calderón, con el Popol Vuh, leer así ha sido lo mejor que ha podido sacar de la pandemia.
Este ha sido tiempo de aprendizaje.
J. Payeras
Reconoce el privilegio de poder trabajar desde casa. Por tanto, en el plano creativo, desde su perspectiva, el confinamiento le dio claridad respecto a cómo valorar el tiempo creativo.
El mundo ahora es ilegible. Al principio el sufrimiento era más denso.
J. Payeras
Hace alusión a Jean Paul Sartre al elaborar que la sociedad se ha visto en una encrucijada. Entre elegir la economía y la vida, elegimos la bolsa. Producción de dinero prevalece sobra la producción de ideas. Lo expone con tal franqueza que deja en los oyentes una genuina inquietud respecto al rumbo que toma la humanidad.
Estamos en el colapso de un discurso que nos ha traído un montón de desventajas humanas.
J.Payeras
Al preguntarle ¿cómo rescatamos la producción de ideas? Javier nos condujo en un recorrido histórico sobre la trascendencia de las grandes ideas fruto de personajes inmortales que en su tiempo fueron fracasados en términos materiales.
Los grandes fracasados de su tiempo han construido la humanidad. Galileo, Copérnico, Lutero, Gutenberg, Cervantes.
J. Payeras
Está convencido de que los artistas crearon una civilización cuando incidieron en asuntos que no tenían que ver con hacer arte directamente. Por ejemplo -explica- en el Renacimiento, un pintor poeta además diseñaba catedrales. Su pensamiento era multidimensional.
Los poetas convivían con la matemática, la política, existía unidad, la belleza formaba parte de un todo. Piensa que, si escucháramos más a nuestros filósofos, a nuestros historiadores, a nuestros poetas, podríamos adelantarnos cincuenta años.
Existe un área en donde se funden literatura y filosofía, un territorio habitado por escritores y pensadores que sostienen en sus manos la historia de la humanidad para interpretarla y contarla bajo diferentes lentes. Javier Payeras es uno de ellos.
Escucha la entrevista completa en el siguiente vínculo.
https://www.facebook.com/relatogt/videos/344413556789825
Hay más belleza que oscuridad. Pero tenemos que encontrarla, reconocerla y aceptarla.
J.Payeras