Hace cincuenta y ocho años imagen

Llego a los cincuenta y ocho años con algunos achaques, entre ellos el anuncio de la tercera edad rondando a la vuelta de la esquina, alérgico al gluten y la lactosa.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.


Un 14 de octubre de 1962, la cigüeña completó su viaje de nueve meses y depositó un rubicundo bebé en una casa ubicada en la zona 2 -bueno, en realidad el paquete lo dejó en un hospital próximo a aquel primer hogar-. Aquel niño, por una onza, no pesó las diez libras al nacer y por ello fue necesaria la utilización de fórceps para extraerlo de donde estaba cómodamente alojado. Aquel inconveniente le dejó una discreta cicatriz, al estilo Harry Potter, oculta debajo de su abundante cabellera por buena parte de su vida. Con la edad, y la caída del pelo, esta fue reapareciendo para traer consigo el recuerdo de aquel primer accidente. A la par, se manifestó una segunda hendidura, provocada siete años después, por un infortunado viaje a caballo y la espina de un naranjal que se le atravesó en el camino.



¿Destino? Nadie sabe bien cómo funcionan esas cosas, pero la buena suerte le marcó desde un primer momento. Excepcionales padres, buenos abuelos y una familia especialmente orientada hacia lo humanista, le llevaron de la mano por el universo de los libros, la música y, en la medida de lo posible, de la libertad. Del colegio Belga al Julia Camacho Labbé y de allí, al salir de sexto, al Liceo Guatemala, la Landívar, la Marroquín y la San Carlos. Hay que acotar que aquel niño, adolescente y joven no era ninguna lumbrera e incluso, ahora de viejo, tampoco. A su favor jugó la caprichosa fortuna, ya que en el largo trayecto le aparecieron al paso las oportunidades de desarrollarse en los tópicos que le interesaban.



Así, su vida profesional se inició tempranamente en el campo de la pintura, el teatro y el periodismo. Aunque en un principio le tocó trabajar en el mundo real, de a poco e imperceptiblemente, las musas del arte lo fueron apartando de esa plataforma y, finalmente, aterrizó en el escenario de lo cultural artístico. Nunca imaginó que, desde el año de 1992, también ejercería el papel de desenterrador de memorias y protagonistas olvidados por la historia de una nación ingrata poco amigable con las artes. Ya, enmarcado en este sector, su mayor regalo se manifestó en conocer a diversidad de personalidades vivas y muertas, compartiendo sus legados ya desde el Centro de Documentación o bien desde los medios de comunicación, como en el presente lo hace desde Relato.gt –ya habrá notado el estimado lector que don egocéntrico está hablando de sí mismo.



Llego a los cincuenta y ocho años con algunos achaques, entre ellos el anuncio de la tercera edad rondando a la vuelta de la esquina, alérgico al gluten y la lactosa. Sin embargo, alimentado por el cariño de mis amigos y bendecido por el amor de la familia y mi pareja ¿se puede pedir más? Hoy, en plena pandemia, se me abren nuevos espacios escénicos, oportunidades de expresión, viviendo un momento privilegiado en el que ya no tengo que competir conmigo o con otros, únicamente compartir lo aprendido y crear con mi clan de amigos artistas. Por lo apuntado quiero agradecer a la vida, la familia, mis maestros (los buenos por supuesto porque entre los malos hubo algunos que se esforzaron en ser odiosos e insufribles) y los amigos sus manifestaciones de aprecio y la diversidad de mensajes recibidos. Este es un pequeño homenaje al aprecio que les tengo.

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte