El coronavirus nos ha hecho pensar en la muerte más de lo normal. Pensamos en la muerte de nuestros papás, hijos, abuelos, amigos.
¿Qué pasa después de la muerte?
No me refiero para los que se quedan, sino para los que se van. Esta pregunta deberíamos tomarla en serio en medio de una pandemia. No es que solo ahora estemos en peligro de muerte, es porque muchos tenemos tiempo para pensar y meditar tranquilamente.
Dice la Biblia que las personas tenemos dos muertes: una física y otra espiritual. La muerte física es inevitable, es la que experimentaremos todos en algún momento. Sobre la muerte espiritual, indica que es opcional pero no por nuestros propios méritos, sino como un regalo de Jesús y su sacrificio en la cruz.
Para entender el significado de este sacrificio y la necesidad que había para que sucediera es necesario adentrarse al Antiguo Testamento, para lo cual les dejo un video de minirresumen para irlo comprendiendo (con dibujitos a colores y una narración bastante amena).
Este tema es objeto de estudio tanto para teólogos como historiadores, arqueólogos, antropólogos y personas comunes y silvestres como nosotros. La idea es que la Biblia es un libro de meditación y estudio que debe tomarse seriamente, es un documento histórico antiguo.
La Biblia es la historia de Dios buscando una reconciliación con las personas, a pesar que nosotros solemos poner excusas acerca de esa relación rota que podemos tener con Él. En este tiempo de cuarentena tenemos la posibilidad de aceptar ese llamado a la reconciliación que Dios nos hace a todos por igual, sin importar tu posición en esta vida, culpas o derroches. Dice la Biblia que todos estamos, de alguna manera, en contacto con la naturaleza divina de Dios porque podemos ver lo que Él creó. Es por eso que en este tiempo de quietud y silencio estamos más que listos para permitirnos a nosotros mismos reconciliarnos con Dios, buscando la paz que Él nos ofrece versus la ansiedad que este mundo tiene para ofrecer. Recibiendo vida espiritual, en lugar de muerte.
“Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa”. – Romanos 1:20
.
.
.