*Diana fue a comer una tarde cualquiera a un centro comercial, cuando de pronto fue abordada por una señorita con varios papeles en la mano. ¿Tiene usted tarjeta de crédito? Le preguntaron. Por aquellos días, hace un poco más de siete años, aquella veinteañera se encontraba soltera y jamás había tenido una tarjeta de crédito en su bolso.
Tras escuchar una retahíla de ofrecimientos tales como: promociones, descuentos, incluso unos meses gratis de estacionamiento en centros comerciales, sucumbió a la tentación y aceptó el dichoso plástico, emitido por el desaparecido Citibank, hoy Banco Promerica.
A los pocos días Diana se fue de shoping y compró de una forma desordenada. Meses después al ver como los intereses, de los cuales jamás le hablaron, consumían buena parte de su salario, decidió tomar parte de su Bono 14 y pagó todo el saldo pendiente. “Fueron un poco más del mil quetzales”, recuerda.
Ese mismo día se prometió no volver a sacar nunca más una tarjeta en su vida, lo que, desde luego, cumplió con admirable disciplina. Hace algunas semanas, tras intentar tramitar un crédito para adquirir un vehículo, un banco del sistema le informó de lo impensable. “Necesitamos hacer un análisis más detallado porque usted aparece como morosa en el sistema y tiene un saldo en cobro judicial”.
Diana no lo podía creer hacia muchos años que había cancelado aquel molesto plástico. Los analistas la condicionaron: “si nos consigue el finiquito de su antigua tarjeta podremos continuar con el análisis”.
Cuando llegó a Promerica le dijeron que debía pagar Q1,600 de un saldo pendiente, pero que debía comunicarse con la oficina de cobro judicial, pues su deuda estaba ya en esa fase.
De acuerdo a cifras de la Superintendencia de Bancos –SIB- de enero a noviembre de 2017 la cartera de créditos en cobro judicial alcanzaba los Q1 mil 819,851 millones. Por supuesto que en esta cifra estaba incluido el saldo de Diana, solo que ella no lo sabía.
¿A qué se debe el saldo? ¿Qué lo generó? ¿Por qué nunca nadie se contactó conmigo para avisarme? Son algunas de varias preguntas que nadie le supo responder.
El cobro arbitrario de la membresía anual
Cuando yo trabajé en el área de cobros de un banco del sistema, los saldos de los clientes solían aparecer por arte de magia, incluso uno o varios años después del último consumo y desde luego del último pago.
La mayoría de veces eran saldos por “renovación de la tarjeta de crédito o cobro de membresía anual”. Muchas veces era imposible localizar al tarjetahabiente y desde luego que al banco le resultaba más beneficioso esperar cuatro meses para que ese saldo, invento maravilloso del sistema, pasara a cobro judicial.
Personalmente cuando yo detectaba un cargo así, lo reportaba al supervisor y solicitaba un extorno del saldo, aún sin contactar al tarjetahabiente. Pero adivinen: no todos los ejecutivos hacían lo mismo, la mayoría prefería esperar a que el saldo creciera exponencialmente.
Algunos vendedores de tarjeta de crédito te ofrecen darte uno de estos plásticos sin cobro de membresía, pero olvidan decirte: “durante el primer año”, o “sujeto a un análisis”.
Cuando Diana exigió una explicación, el cobrador se limitó a decirle que era un saldo que se había generado automáticamente. ¿Las opciones? Muy pocas, en realidad solo una: pagar. De lo contrario el remanente seguiría en aumento y desde luego afectaría su record crediticio de por vida.
Finalmente Diana logró negociar el descuento del 50 por ciento y le regaló a Promerica Q800 los cuales en realidad habían sido generados automáticamente por otro banco. ¿Les suena familiar? Seguramente le ha pasado a alguien cercano.
Ahora ella deberá esperar su finiquito y desde luego el análisis correspondiente que determinará si le pueden o no conceder el crédito requerido.
Así que si decides engavetar tu tarjeta, asegúrate de iniciar un proceso de cancelación y que te den un finiquito a cambio, porque de lo contrario, algún día cuando el sistema del banco lo decida, te generará un “saldito”, a lo mejor un seguro o una membresía, el cual deberás pagar con creces después a cambio de no manchar tu record.
*Nombre ficticio.