Por Jorge Alvarado.
“El que tenga ojos para ver, que vea y el que tenga oídos para escuchar, que oiga”, versa una sabia parábola bíblica de Mateo 13:9, que no se trata de religión, sino que tiene que ver con ojos que ven y no miran y oídos que oyen y no escuchan.
Hay temas que a muchos no les gusta hablar, otros piensan que las teorías de la conspiración pertenecen al mundo de la ciencia ficción; sin embargo, algo es incuestionable, estamos a la puerta y la reconfiguración e implementación del nuevo orden mundial. Alguien tiene que decirlo, aunque eso pueda causar señalamientos, pero esto es indiscutible.
El G-20 conformado por las potencias mundiales ya reconocieron que existen potencias económicas que los sobrepasan, además atrás ha quedado el orden de la bipolaridad que existía en el marco de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, pasando por la psicosis de la amenaza por la creación de armas nucleares y de los amagues de atacarse con estas, dejando por alto la amenaza biológica. Como antecedente Rusia denunció en 2018 que Estados Unidos instaló en Ucrania y en Crimea varios laboratorios donde investiga y experimenta con cepas de enfermedades peligrosas, enigmas sin resolver hasta hoy.
Cuando analizamos datos demográficos que nos indican que actualmente la población mundial ya está alrededor de los 8 mil millones de personas, con más de 4 mil 500 millones de usuarios de internet en el mundo, o con 841 mil millones de personas desnutridas a nivel mundial, estos son tan solo algunos de los indicadores que se pueden encontrar en Worldometers, que definitivamente nos brinda una idea de que el crecimiento poblacional no se detiene y de que existe una expansión sin precedentes de usuarios de internet. A esto hay que sumarle condiciones de malnutrición alarmantes para la humanidad, es decir la combinación de todos estos elementos como se relacionan entre sí.
Como decía Néstor García Canclini, en su libro La Globalización Imaginada, estamos viviendo el tiempo de las compañías sin rostros, grandes corporaciones que hoy manejan el triple o cuádruple de presupuestos de un país. Corporaciones capaces de desarrollar avances científicos y tecnológicos que podrían tener intereses para la dominación de la especie humana.
La vida jamás volverá a ser como era antes, el COVID-19 tan solo es un recordatorio de que la inminente amenaza de hoy es que el peligro nos acecha de una forma silenciosa y casi invisible, es la nueva forma del condicionamiento humano que está dirigido a crear ambientes de incertidumbre y zozobra.
No se trata de una teoría de los illuminati, se trata de la supremacía por la dominación de los grandes segmentos de la humanidad, poder en su máxima expresión. La interpretación será uno de los elementos más importantes para comprender todo lo que está sucediendo tan de prisa.
Cuando no se puede señalar a un responsable de todo lo que pasa, todo se hace más difícil, cuando no se tiene la evidencia para confirmar conjeturas, todo será más complejo, pero eso no significa que nada esté pasando, por el contrario, todo tiene que ver con las nuevas formas de dominación y lo sofisticado que esto puede llegar a ser.
No cabe ninguna duda de que estamos viviendo una transición tecnológica a todo vapor y a todo nivel, pronto pasaremos a un nuevo sistema tecnológico mucho más invasivo en donde las huellas dactilares y biométricas ya no serán una opción sino una obligación. Entraremos a la plenitud de la era del microchip que marcarán los procesos de sistematización, sincronización, automatización y monitoreo no solamente de las transacciones comerciales, sino de nosotros mismos, ubicaciones, gustos preferencias todo nuestra actividad, así como nuestra conducta y comportamiento estarán registradas en el mediano plazo.
Entramos a la era de lo intangible, es decir todo aquello que no podemos ver, pero que nos controla, ya no veremos dinero real o efectivo, todo quedará sistematizado en transacciones biométricas vinculadas a nuestras propias cuentas. Un claro ejemplo de ello ha sido el fenómeno de las criptomonedas que tiene que ver con sistemas complejos de administración de la riqueza que ya son realidades y que carecen de regulación bancaria o legislativa clara.
Muchas de las amenazas serán intangibles, pero están ahí presentes utilizando el factor sorpresa, ya las guerras dejarán de ser armamentísticas para ser biológicas, el ascenso de potencias económicas emergentes que podrían ya estar operativizando un plan para el nuevo orden mundial.
La dominación del mundo quizás sea la batalla silenciosa entre potencias que estamos viviendo y que no logramos ver, utilizando mecanismos de control y tecnología, quizás “el ojo que todo lo ve” representado en los billetes de dólar no sea casualidad. Pero, definitivamente la tendencia es que la tecnología nos sobrepase para ser más codependientes de lo que ya somos de un smartphone, por ejemplo.