¿Por qué debería usted leer este artículo? Los emprendedores tienen razgos positivos. Sin embargo, también existen rasgos marcados que podrían ser nefastos para la persona, sus negocios y quienes le rodean. Este artículo explora los hallazgos encontrados por Manfred F.R. Kets de Vries en un artículo clásico del Harvard Business Review. Este trabajo ha servido como base para múltiples estudios posteriores sobre el tema. ¿Cómo es usted? ¿Tiene estos rasgos?
Los emprendedores son orientados al logro, les apasiona tener la responsabilidad por decisiones complejas y detestan el trabajo rutinario, repetitivo. Si es especialmente creativo, posee altos niveles de energía y altos niveles de perseverancia e imaginación. Estas características, aunadas a la disposición de tomar riesgos calculados, les permite transformar lo que usualmente empieza como una idea apenas definida en algo concreto. Los emprendedores pueden inspirar un entusiasmo altamente contagioso en una organización. Infunden un sentido de alto propósito y, en hacerlo, convencen a otros que están donde está la acción. Cualquiera que sea la característica –carisma, personalidad atrayente, jugadores que apuestan a ganar-, los emprendedores de alguna forma saben cómo liderar una organización y darle empuje.
Junto con esta mística, sin embargo, los emprendedores pueden tener aspectos de su personalidad que los hacen personas difíciles para trabajar. Por ejemplo, el empuje hacia acción le hace en muchas ocasiones actuar aparentemente sin haberlo pensado, teniendo un impacto fuerte en las organizaciones. En otras oportunidades, los emprendedores no aceptan sugerencias y consejo y caen en errores que pueden ser catastróficos para sus orgnizaciones.
¿Existe entonces un lado obscuro del emprendedor? ¿Hay características que podrían ser comunes a los emprendedores que les hagan personas particularmente complicadas? Analicemos tres aspectos comunes. Recuerde que son tendencias. No implica que todos los emprendedores sean iguales.
Necesidad de control. Un tema recurrente tanto en la vida como en los negocios de los emprendedores es la necesidad de control. Frases que pueden resonar en emprendedores son “soy un mal empleado, porque no puedo tener jefe”, o “yo lo haría mejor que mi jefe, por ello iniciaré mi empresa”. Es común observar un alto nivel de control entre emprendedores. Esto les hace jefes que desean tener el control de todo, del más mínimo detalle de la organización, de lo que ocurre dentro de la empresa y de sus integrantes. Se sienten desconfiados por colaboradores que tienen iniciativa, o que comunican poco sus acciones. Esto les hace perder el control. En muchos casos, los nuevos negocios surgen por personas que son “rebeldes con causa”, que no encuentran en las estructuras organizacionales comunes una forma de expresar su creatividad y sus talentos individuales. Como todo en la vida, esta característica, al igual que las siguientes dos puede ser buena o mala dependiendo si es utilizada con moderación o es un extremo.
Sentimiento de desconfianza. Los emprendedores han aprendido a desconfiar. Desconfían de quienes les preguntan por su negocio (usualmente contestan “allí vamos”, “más o menos”), de la competencia, de sus colaboradores cercanos y en general del mundo que les rodea. Piensan en muchas ocasiones que les robarán si no controlan, que la competencia tiene infiltrados en el negocio o que si llevan a un socio o persona clave, les robará el negocio. Lo curioso es que usualmente tienen razón. Es una especie de profecía auto cumplida. Siempre, en cualquier negocio, si indagamos lo suficiente, encontraremos algo que no está bien. De nuevo, el extremo es el que es riesgoso. Si esta desconfianza paraliza la organización o hace perder talento clave, hay que tener especial cuidado.
Necesidad de aplausos. Los emprendedores desean ser héroes. Desean ser héroes míticos que empiezan sin nada, vencen los obstáculos y logran posicionarse en la cúspide. El riesgo que implica conquistar grandes cosas, las fuerzas que hay que vencer, los “enemigos” del camino, hacen que se refuerce el sentimiento de control, desconfianza y, por ende, hace crecer una necesidad de aplauso. Los emprendedores necesitan ser reconocidos por sus victorias. En muchas ocasiones construyen monumentos a sus logros (grandes edificios vistosos que quizá no contribuyen al negocio) o buscan el reconocimiento de otros. Es normal. Recuerde: le han ganado la carrera a muchos. Al igual que en otros casos, los extremos son los que hay que observar.
¿Existe esperanza? Claro que sí. Le confieso que me sentí identificado en los tres elementos y en la columna siguiente analizaremos cómo ayudarnos para vencer los extremos.