Era un jueves gris, o al menos así lo recuerdo yo, corrían las 15:30 horas y la familia Castillo Zamora esperaba una fatalidad. Ella, la maestra creativa, la vecina simpática, la esposa abnegada, la madre de tres, había mantenido una valiente pelea tras haber sido diagnosticada de cáncer de mama cinco años.
Esa tarde, tras escuchar el bullicio producido por conversaciones histéricas e ilegibles, lo supe: mamá se había ido para siempre. El dolor apoteósico e indescriptible me acompaña aún veintitantas primaveras después de su partida. Se aprende a vivir con la ausencia y por fortuna el dolor cesa, pero jamás desaparece.
Perder a mi mamá ha sido lo más difícil que he enfrentado en la vida, ni siquiera mis maratónicas hospitalizaciones y mis visitas al intensivo de muchos hospitales han logrado tan siquiera asemejarse a ese dolor.
El cáncer de mama tiene un impacto importante en la familias, las deja incompletas, las lastima y les roba estabilidad.
Algunos datos acerca del cáncer de mama
Según el departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, para el 2017 en el país se registraban 3 casos por cada 100 mil habitantes.
Datos de Globocan dan cuenta que en América se producen cada año 462 mil nuevos casos y 100 mil muertes a causa de esta patología.
Estimaciones del Instituto de Cancerología de Guatemala refieren que cada año se registran 400 nuevos casos. La detección temprana de esta patología salva a 9 de cada 10 mujeres, por lo que se hace indispensable realizar con frecuencia el autoexamen.
No obstante, solo una de cada diez mujeres reconoce hacerlo con cierta periodicidad. Por eso, en el #DíaMundialContraelCáncerdeMama es menester de todos hacer consciencia de los riesgos de esta enfermedad y ayudar a nuestro entorno a que se realicen el autoexamen. Por nuestros hijos y por nuestras familias.
