El bus que mató a mi amiga imagen

Se cumplieron 10 años del fallecimiento de quien consideré mi hermana. La nostalgia y el dolor por su pérdida continúan, pero he aprendido a vivir con la ausencia.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Lucy Cardona tenía 31 años, con muchos sueños por cumplir, una guatemalteca íntegra, pero su vida se truncó por la irresponsabilidad de un pseudopiloto y su ayudante.

Regresaba de trabajar cuando se bajó en una parada de Bárcenas, Villa Nueva. Los testigos dijeron que el ayudante corrió, porque el bus lo dejaba, en esos arranques locos de los choferes, empujó a mi amiga, cayó y le pasó una de las llantas. Todo fue muy confuso, rápido, se la llevaron agonizando al hospital, donde solo entró su mamá a verla y expiró. 

En enero pasado, se cumplieron 10 años de su fallecimiento y no puedo olvidar a la mejor amiga que la vida me dio. Su honestidad, amistad sincera, además de sus enseñanzas son lo que guardo en mi corazón. Éramos parecidas en los gustos, nos llevábamos muy bien, nuestra comunicación era diaria, por eso sentí que había perdido a una hermana. 



Lucy, de lado derecho, con blusa blanca. 

El adiós y el recuerdo

La conocí hace años en un medio escrito donde laboré, era una persona callada, amable, sin rebuscamientos ni apariencias, mucho menos aprobaciones sociales. Entre tantas charlas que tuvimos, días antes de su muerte, siempre me comentó que le dolían las injusticias en los trabajos, que los tratos fueran desiguales (como en todos lados pensé). Lo peor sucedió ya que la despidieron tres días antes de morir.

No pudo ver el remordimiento de Charlie, su jefe en ese entonces, cómo lloraba en el baño por haberla despedido injustamente. Aunque la desfachatez más grande ocurrió en su velorio al entrar las personas que le hicieron la vida de cuadritos. Hubiera querido transformarme en Superman y traspasar a esa gente con rayos láser para desintegrarlas, después medité y me dije toda maldad tiene el efecto bumerán.

A través de este escrito desahogué un poco la pérdida de Lucy. Cuánto la extraño, hubiera querido cumplir su sueño de visitar juntas la ciudad de la Luz, París, que tanto anhelaba conocer. El deseo de ser madre, de formar una familia, pero todo quedó en nada cuando dos imprudentes desgraciados la mataron. 

Ahora estamos en distintas estaciones, el tiempo es inexorable y nos dejó en diferentes estados. Aquí desde mi blog rindo un homenaje póstumo a la personita que me enseñó el verdadero sentido de la amistad. No lloro más, celebro que estés en un lugar donde puedas estar en paz.

Esta era la canción y el grupo que amó hasta sus últimos días.



Tus padres Lucy y tu amiga desean tu eterna felicidad. Gracias por todo.

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