El mundo está pasando por una época complicada, la pandemia del coronavirus le ha dado vuelta a nuestro universo de una manera increíble que hace unos meses no podíamos imaginarnos. Como consecuencia de la incertidumbre del virus en sí y la obligación de quedarnos en casa, es común que busquemos constantemente noticias para saber qué es lo que pasa allá afuera, cómo avanza la situación y cómo tenemos que actuar. Sin embargo, ha venido a mi atención la cantidad de tiempo que le he dedicado y que le hemos dedicado al día a ver este tipo de noticias, las malas, las tristes, las trágicas; que no por ser ciertas dejan de ser negativas y nos restan la cantidad de tiempo que tenemos para vivir algo que nos haga gozar. No me mal entiendan, como psicóloga, creo que toda emoción en época de crisis es válida, tenemos derecho a sentir ansiedad, miedo, tristeza, desesperanza y enojo; pero también es nuestra responsabilidad individual encargarnos de que estas no inunden nuestros días de encierro, que cada emoción negativa cuando pase y se procese debidamente, se contrarreste con una que sea positiva, evitando así la acumulación de ansiedad y estrés que sin lugar a duda nos termina llevando a los ataques de pánico, a las ideas de muerte o a los deseos de hacernos algún daño.
Hablemos del cerebro y de lo que sucede cuando leemos las malas noticias. La respuesta del cerebro a una mala noticia empieza por una parte que se llama amígdala, que reconoce la noticia como negativa y crucial para nuestra supervivencia, debido a que es algo que podría llegar a afectarnos (sobre todo últimamente), como consecuencia de esto, enfoca nuestra completa atención en la noticia generando una respuesta de estrés que le dice a nuestro cuerpo que debe estar preparado para “sobrevivir” o en otras palabras sobrellevar una situación potencialmente peligrosa. El estrés como tal, se genera en un eje cerebral que va del hipotálamo, a la pituitaria y hasta la glándula adrenal, que se encuentra encima de nuestros riñones. Como resultado de esto liberamos una sustancia llamada cortisol, que, en situaciones normales de estrés, activa nuestro cuerpo para responder a un estresor y luego regresarnos a la calma u homeostasis. Sin embargo, actualmente, ese estresor es incierto, está en todos lados, es invisible y no tenemos manera concreta de defendernos de él aparte de aislarnos en casa. ¿Qué provoca esto? Que durante todo el encierro nuestro cuerpo esté en un estado de estrés y activación continuo que no nos permite jamás regresar a la calma. Cuando hay un exceso de cortisol en el cerebro, se da una disminución de la química cerebral en general, siendo de las primeras sustancias que baja la serotonina, encargada de que nos sintamos felices. Esto significa literalmente que el estar expuestos a constantes malas noticias disminuye nuestro nivel de felicidad, aparte de que cuando hay cortisol, el cuerpo se inflama para poder “defendernos” de lo que viene y esa inflamación cuando se vuelve crónica puede generar enfermedades cardiovasculares, hipertensión, obesidad, diabetes tipo 2, asma, cáncer y depresión.
Ante el panorama que vivimos en la actualidad, nuestra mejor herramienta es contrarrestar estas malas noticias, realizando actividades que nos sean placenteras y de esta manera, balanceando en el día la producción que tenemos de serotonina y otros neurotransmisores que nos producen bienestar emocional y nos ayudan a disminuir el cortisol. Entre estos puede estar el jugar juegos de mesa, pintar, ver una película que disfrutamos, leer un libro que nos guste, descansar bien durante la noche, hacer una buena acción, recibir luz solar, hacer ejercicio y pasar tiempo en familia. Todas las actividades que nos generen gusto, alegría y felicidad en esta época son armas contra el estrés y el decaimiento emocional. Procuremos mantenernos sanos tanto física como emocionalmente, para que al salir de esta pandemia contemos con las herramientas para afrontar cualquier situación estresante a futuro y aprendamos de esto, a proteger nuestra salud mental y física. Es nuestra decisión cómo afrontar esto que estamos viviendo, si decidimos dejarnos llevar por la crisis e inundarnos de negatividad (que también debilita nuestro sistema inmunológico que nos protege de virus) o mantener nuestro propósito y actitud, sin importar qué tan duro sea lo que estamos pasando.
Recuerda que si sientes ansiedad o estrés durante esta época puedes contactar a un profesional de la salud mental de confianza.
“El cerebro humano no está diseñado para hacernos felices, sino para sobrevivir. La felicidad es nuestro trabajo.” –Anthony Robbins
“Todo se le puede quitar al ser humano menos una cosa, la última de las libertades humanas, la de elegir la actitud que tomamos ante determinada circunstancia”- Viktor Frankl
“Cuando ya no podemos cambiar una situación, estamos retados a cambiar nosotros” –Viktor Frankl