Mucho se habla de emprendimiento y de cómo los gobiernos deberían tener apoyo a la creación de empresas, o que las universidades deberían fomentar la creación de las mismas. Sin embargo, ¿más es mejor? Mi argumento es que para promover la prosperidad de un país, la calidad de la empresa es mejor que la cantidad. Sustentaré mi argumento con evidencia mundial.
Revisando artículos publicados alrededor del mundo, encontré afirmaciones como “emprendimiento significa crecimiento” o “las compañias emprendedoras son los motores del crecimiento económico”. Algunos expertos atribuyen que el 70% del crecimiento económico proviene de la actividad emprendedora. En resumen, las frases previas afirman que el crecimiento económico proviene principalmente de la formación de nuevas empresas.
Los datos encontrados por el Global Entrepreneurship Monitor, un estudio que examina la formación de nuevas empresas en más de 40 países, muestra una correlación entre la tasa de nuevas empresas y el crecimiento del PIB per cápita. Podríamos inferir que más empresas nuevas causa el crecimiento acelerado del PIB per cápita en algunos países. Sin embargo, correlación no implica causalidad y esto es justamente el caso. Los estudios a la fecha muestran que cuando hay nuevos negocios el crecimiento económico es mayor. Lo que no nos dicen es la relación que la expansión de los negocios existentes tiene en el desarrollo económico.
Los países más ricos tienen menores tasas de formación de negocios que los países más pobres porque el desarrollo económico empuja los salarios reales hacia arriba y más capital a usarse en procesos productivos. Esto, en consecuencia, aumenta el tamaño promedio de las firmas y reduce la tasa de formación de nuevos negocios. La conclusión refuerza el argumento que no es la formación de nuevos negocios per se la causa del desarrollo, sino la calidad de las empresas y la permanencia de las mismas en el tiempo. Si usted revisa las estadísticas en Guatemala, arriba del 80% de los negocios tienen cierre al cabo de tres años de operaciones. Esta cifra podría ser más alta, pues la confiabilidad de los números es baja.
¿Qué pasaría si se pasaran leyes que promuevan el emprendimiento? Si se pasaran leyes que flexibilicen los préstamos, permitan subsidios, reducciones de impuestos, regulaciones más laxas hacia nuevos negocios y leyes de protección de quiebra se lograría la formación de nuevos negocios. Sin embargo, ¿qué impacto tendría en el tiempo? La evidencia muestra que la intervención en este aspecto por parte del gobierno fomenta la creación de negocios marginales que frecuentemente fracasan, tienen poco impacto económico y generan pocos empleos. La empresa nueva típicamente paga menos, ofrece menos beneficios y es más propensa a desaparecer en el tiempo que trabajos en compañías existentes. El mejor aporte que el gobierno podría hacer, por lo tanto, es la facilitación de las condiciones para que se den mejores empresas: administración de la justicia, fomento de la meritocracia, garantizar seguridad, entre otros.
La evidencia recopilada apunta a que la forma de generar prosperidad en el país es, no sólo velar porque se den nuevos negocios (éstos se darán espontáneamente derivados de la detección de la oportunidad y de condiciones favorables para el emprendimiento) sino velar porque las condiciones se den para que los negocios que empiezan perduren en el tiempo.
Existen, a mi punto de vista, tres clases de negocios. El primero, la consecuencia de la improvisación y de “a ver qué hago para ocupar mi tiempo”, el segundo, un negocio de subsistencia y el tercero, un negocio que agrega sostenidamente valor y permite la creación de plazas de trabajo. Mi convicción es que sólo deben fomentarse el segundo y tercer tipo de negocios. El negocio de subsistencia tiene un rol social importante. ¿Qué trabajo digno podría conseguir un ex convicto o ex pandillero? ¿Qué podría hacer un connacional deportado al regresar al país? El emprendimiento en estas ocasiones es fundamental para que se reincorporen las personas al trabajo productivo. Sin embargo, cualquier negocio de subsistencia debe pasar por el proceso de planificación. La improvisación es uno de los males que aqueja nuestra región. Finalmente el negocio que agrega valor sustancial y genera puestos de trabajo es aquel que genuinamente empuja los indicadores de prosperidad del país.
En resumen, arguyo que son mejores empresas las que hacen mejores países. Nuestro deber como empresarios es preparanos, planificar y hacer de los negocios parte de nuestro propósito. Si vemos nuestra empresa como una misión de vida, tendremos esa esencia que hace que nazcan las grandes empresas.