¿Bullying en las escuela? No estás solo. imagen

Todo el tiempo solo los ignoré. Yo sabía que era el bullying, el acoso escolar, el ciberbullying, pero no sabía que yo era víctima del ello.

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Por Skarlett Girón, miembro de AFI Joven, brazo juvenil de Asociación la Familia Importa.

Cada 4 de noviembre, se conmemora el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso en la Escuela, incluido el Ciberacoso.


Empujones que se repiten, apodos que denigran, insultos cada vez que te toca pasar al pizarrón. En la escuela, en el instituto o incluso en la redes sociales, existen muchas formas de ejercer y sufrir violencia entre iguales.

Cuando tenía 17 años, me hacían “bromas” demasiado pesadas. Yo siempre creí que se trataba de una forma de llamar la atención y solo debía ignorarlo. Seguramente para mis compañeros era una forma de demostrar que yo no les agradaba, ¿Por qué? No lo sé, pero me habría gustado saberlo.

Recuerdo todas las veces en las que me empujaban para salir del salón, jalaban mi cabello de vez en cuando, cerraban la puerta del salón en mi cara y decían cosas groseras en las redes sociales. Todo el tiempo solo los ignoré. Yo sabía que era el bullying, el acoso escolar, el ciberbullying, pero no sabía que yo era víctima del ello.

Recuerdo que estaba deprimida, triste, y muchas veces lloraba; incluso no quería ir al colegio ni hablar con mis amigos, mucho menos entrar a mis redes sociales, pero nunca dije nada, menos a mis padres; y eso que nuestra relación siempre ha sido muy abierta. La verdad es que, yo no aceptaba que necesitaba ayuda porque no reconocía que estaba sufriendo acoso. Cuando dije la verdad, amonestaron a mis compañeros y me quedé sin amigos, mis padres me sacaron del colegio y tuve que terminar el grado a distancia. Sí, así de serio fue y para colmo, todos me regañaron por no hablar antes y quedarme callada.

Ahora entiendo por qué el acoso no es algo que hasta el momento se haya podido frenar, y es que nos enfocamos en buscar la ayuda necesaria para que aquellos que sufren de acoso no se queden callados, pero no es fácil decirle a los demás cómo te sientes exactamente. No, hablar no es tan fácil como suena, y el problema, no solo es desde este lado del asunto.

“El bullying se refiere a todas las formas de actitudes agresivas, intencionadas y repetidas, que ocurren sin motivación evidente, adoptadas por uno o más personas contra otro u otros. Entonces, ¿cómo saber si tu hijo es víctima de un acoso o un acosador? La persona que ejerce el bullying lo hace para imponer su poder sobre el otro a través de constantes amenazas, insultos, agresiones o vejaciones y así, tenerlo bajo su completo dominio a lo largo de meses e incluso años. La víctima sufre callada en la mayoría de los casos. El maltrato intimidatorio le hace sentir dolor, angustia y miedo, hasta tal punto que, en algunos casos, puede llevarle a consecuencias devastadoras como el suicidio”. (Esteban, 2019)

Pero el problema no radica únicamente en la víctima, en cómo pasa el dolor y cómo ayudarlo. El problema comienza desde el acosador, quien también puede ser víctima de violencia física o psicológica en su hogar, por lo que molestar a otros sirve como mecanismo de defensa. ¿Por qué se comporta de esa manera? He escuchado muchas campañas en la actualidad que tratan de aminorar el maltrato y ahora lo presentan como algo bueno porque “Lo que no te mata te hace más fuerte” (Pozo, 2021) . Haciendo referencia que el bullying “los ayudó a salir adelante”. Ahora resulta que las víctimas de acoso deben estar agradecidas por el maltrato físico y emocional, mientras que los agresores deben sentirse orgullosos porque gracias a ellos, hay una historia motivadora que contar.

Si bien, es verdad que situaciones como esta, en su mayoría empujan a la víctima a tener un espíritu mayor del deber y la justicia, esto no significa que acá esta la solución y que las cosas deban quedarse así. Decirle a una víctima de acoso que lo que sufre debería servirle para tener una historia que contar no es la solución. El problema que tenemos es del acosado y del acosador. Y la solución comienza en el hogar y la familia.

Se trata mucho sobre la víctima: atenderle, ayudarle a sobreponerse, dotarle de estrategias y más. Son parte del camino. Sin embargo, la persona que ejerce la violencia también necesita ayuda y debe dotarse de estrategias para afrontar conflictos de una manera asertiva, entender el mal de sus actos y las consecuencias que tienen.

Safont (2019) expresa que los padres tienen un papel fundamental, ya sea que sus hijos sean víctimas o victimarios. Por lo general, en el momento en el que se le informa al padre que su hijo es un acosador, o bien, su hijo está siendo acosado, sienten que han fallado en su labor como padres, pero, aunque resulta frustrante para ellos, hay soluciones; lo importante es buscarlas y aplicarlas de la mejor manera.

Además, Ventura (2021) explica que quienes ejercen acoso, suelen ser personas que carecen de límites; por ello es importante, que desde niños los padres doten a su hijos de normas y autoridad sana que les permitan convivir en sociedad de forma adecuada. Incluso en el hogar pueden ser niños tiranos, que usen el chantaje o la violencia para satisfacer sus necesidades, por lo que actuar desde el hogar y la familia es primordial. Es importante que desde el propio hogar se empiecen a hacer cambios para que el niño deje de presenciar conductas agresivas normalizándolas como algo cotidiano, bien sea, hablar con desprecio de una persona delante del niño o ignorar conductas que manifiesta el niño en el hogar de tipo agresivo, reforzando su idea de héroe o intocable. Hay que sancionar esas conductas, enseñarle la responsabilidad que tienen sus actos y enseñarle estrategias que le den habilidades positivas ante conflictos.

En el caso de las víctimas, es muy importante trabajar de la mano con ellos con calma y brindándoles contención y apoyo. A menudo, las víctimas de acoso son reacias a la ayuda porque se sienten avergonzados y culpables y les preocupa que puedan pensar otros ante su situación de vulnerabilidad. Sufrir hostigamiento puede dañar la confianza. A fin de recuperarla, es importante rodearse de un entorno con una influencia positiva. Es fundamental que podamos entender que el acoso no debe tratarse únicamente de aquellos que son víctimas, sino que también es importante tratar con los victimarios, ya que sin victimario, no existiría una víctima. El entorno en la familia es sumamente importante porque la familia cumple un papel fundamental para una mejor sociedad, así que el cambio comienza desde adentro.

¿Sufres de acoso? Tranquilo, a mí también me pasó, y aunque hablar no sea fácil, es el primer paso. Vamos a trabajar por mejorar las formar con las que tratamos a aquellos que son acosados, porque sabemos cómo se siente.

¿Eres un acosador? Aceptarlo es el primer paso al cambio, tampoco estas solo, busca ayuda, personas de confianza y trabaja por crear un entorno más saludable para las generaciones futuras. Rompe el patrón.

¿Tu hijo sufre de acoso? O bien, ¿tu hijo es el acosador? No creas que está todo perdido, escúchale, habla con él/ella. La comunicación es la base de toda relación y mejor si se trabaja desde la familia. Hay soluciones, solo debemos buscarlas. Y sobre todo recuerda, siempre habrá alguien dispuesto a escucharte y ayudarte. Estamos contigo.


Bibliografía

Esteban, E. (mayo de 2019). Guía Infantil. Obtenido de guiainfantil.com:
https://www.guiainfantil.com/educacion/escuela/acosoescolar/index.htm
Pozo, D. (10 de marzo de 2021). hipertextual.com. Obtenido de
https://hipertextual.com/2019/01/hay-consecuencias-acoso-escolar-vez-victima-es-adulta

Safont, N. (27 de septiembre de 2019). Hola.com. Obtenido de
https://www.hola.com/ninos/20190927150336/acoso-escolar-y-si-mi-hijo-es-el-que-hace-
bullying/

Ventura. (1 de enero de 2021). saludsiemprevc.org. Obtenido de
https://www.saludsiemprevc.org/bullying/que-hacer-si-mi-hijo-es-quien-hace-bullying

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