A pedradas. Por Guillermo Monsanto
Todos deberíamos sentir pánico. Poca gente recuerda que “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones” cuyos catastróficos resultados surgen de cerebros poco iluminados, pero con mucho poder. Cuando se confecciona un tejido social amparado en las supersticiones, la ignorancia y una nula capacidad política de trascendencia a largo plazo, no puede surgir nada bueno.
Guatemala ¿posee en realidad una legislación del primer mundo? Pongámonos a divagar un poco. Se puede imaginar, estimado lector, que por ser ladino o católico o descendiente de pueblos ancestrales o judío o ateo o madre soltera o seguidor de equis equipo, etcétera ¿alguien pudiera decidir sobre el castigo que hay que imponerle por no estar dentro de la norma, considerada como buena, por quienes gobiernan en ese momento? Que se facultara, por encima de sus derechos, al amparo de la ley, que se le pueda agredir en la calle, despedir de su trabajo y limitar su acción de vida y profesional al libre albedrío del agresor, porque usted representa un peligro para su constitución moral ¿no es eso discriminación? De hecho, quitarle su potestad de decidir sobre su vida y sus costumbres, porque a otros les molestan, persiguiéndolo, incluso hasta la intimidad de su casa.
Pues, aunque ustedes no lo crean, la iniciativa 5272 es una oda a la ineptitud legislativa. La misma no solo abarca el tema del aborto, muy mal enfocado, por cierto. Es un mix de aberraciones entre las que destaca el escarnio a otras minorías y, como está planteada, una invitación al rencor, la agresión y la intolerancia en muchos niveles. ¿Dónde dejaron los padres de la patria la Guatemala pluricultural? Ya lo había anotado yo en otro relato, la homofobia es una enfermedad, pero, según la medicina y la psicología, la homosexualidad no. Y la homofobia, por si los autores del pasquín no se han dado cuenta, está tipificada como un delito al que debe dársele seguimiento, ya que, según la intensidad de la fobia, puede llevar incluso al asesinato ¿es ese un pensamiento cristiano? Es ¿un pensamiento de gobernantes en su sano juicio?
Al leer todo el aborrecimiento vertido en la desafortunada ley, se percibe, a primera vista, la fragilidad académica colectiva, la poca seriedad para un ejercicio legislativo, la incitación a crímenes de odio y un olor a santa inquisición matizado desde lo más profundo de las supersticiones ¿o será ignorancia? O ¿una cortina de humo para tapar algo más grande? Y ¿mantener ocupada a la opinión pública?
Yo, en lo personal, respeto la vida y no creo en el aborto. Sin embargo, es un tema en el que opino, pero no decido, porque no me corresponde. Lástima que en este país adoptar un niño sea uno de los trámites más difíciles del mundo y que las criaturas se queden abandonadas a merced de la ineficacia estatal en los “hogares seguros” y orfanatos, en el mejor de los casos o en manos de chicas que, siendo muy jóvenes no han definido su propio rumbo en la vida. Solo hay que tener presente que las mujeres chapinas viven bajo la bota del machismo y están completamente desamparadas porque el sistema no se espabila.
Espero, con esta reflexión personal, motivar a que lean toda la iniciativa de ley y decidan si quieren ser verdugos de quienes los rodean. Hoy son los LGBTQI+ y las madres, pero mañana podrían ser perseguidos los cultos religiosos por diferentes razones. Entre ellos, porque somos un país laico, democrático y los ciudadanos, no importando su orientación sexual, sí pagamos impuestos y, eso, por lo menos, nos da el derecho a opinar. En fin, en mi opinión personal, muchos se la pasan, a Dios rogando y con el mazo dando. El que esté libre de pecado que empiece a disparar pedradas, pero cuidado con sus propios techos de vidrio.