Por: Jorge Alvarado.
El proceso de interacción cotidiano llega a volverse tan monótono que muchas veces olvidamos que para alcanzar nuestros objetivos no basta comunicar, hay que saber cómo conectar.
La idea es regresar a nuestros principios básicos. ¿Cómo? Creando vínculos interpersonales con todo lo que nos rodea. El primer vínculo que debemos tomar en cuenta es: lo que las personas escuchan, “vínculos verbales”, y eso está enmarcado en el poder que tienen las palabras y el buen uso de estas como una forma de seducción. El poder de las palabras es innegable con ellas, pues podemos inspirar, herir o incluso hasta matar.
También introducirnos en lo que la gente ve, “vínculos visuales”. Hay un proverbio árabe que dice: “Quien no entiende una mirada, tampoco entenderá una larga explicación”. Aquí, lo importante es utilizar nuestro lenguaje corporal de forma intencional para reforzar con nuestros gestos, mirada, sonrisa, postura o expresión facial lo que decimos para que el poder de nuestro lenguaje no verbal sea utilizado a nuestro favor.
Cómo conectar con lo que la gente entiende, “vínculos intelectuales”. Tienen que ver con darle sentido y argumento a lo que deseamos transmitir. Necesitamos esforzarnos por pensar cómo las personas con las que interactuamos cotidianamente podrían interpretar lo que queremos dar a entender como nosotros necesitamos que entiendan, pues uno de los mayores problemas en comunicación es que escuchamos para responder y no para comprender.
Por último, conectar con lo que la gente siente, “vínculos emocionales”. Hay que aprender a leer el estado de ánimo de las personas, y por eso hay que aprender a hablar con el corazón. Hay un refrán que dice: “Tu puedes ser el faro en la tempestad de alguien”. Delano Roosevelt decía: “Si quieres dominarte a ti mismo usa la cabeza, si quieres dominar a los demás usa el corazón”.