Las capas cubren, pero no sanan, por eso tus hijos, tu esposo, tu familia, amigas o compañeras terminan siendo víctimas de ese dolor que está allá en el fondo, terminan conviviendo la mujer que quedó después de tanta protección.
A la menor equivocación todos parecen estar listos para arrojar la primera piedra para derribar al que se les ponga en frente.
¿Dónde están quienes se quejan del machismo y el patriarcado? En el deporte la agenda “igualitaria” nos están poniendo en clara desventaja.
Qué acertada Selena cuando puso en una estrofa de su famosa canción que cuando la gente se emociona ¡ya no razona!
Soy mujer y eso no me hace feminista. Defiendo mi naturaleza, no solo por temas religiosos, también por fundamentos científicos. Soy mujer y estoy aquí, gracias a otra mujer que dijo sí a la vida! Soy mujer y por favor no me confundas con feminista.
Párate frente al espejo más grande que encuentres y repite “Mi misma, eres una pilas, estoy orgullosa de ti”.
Nunca acuses a una mujer de ser lengua larga, ella es inocente, atribúyele ese don a la proteína del lenguaje.
Marco Pappa metió la pata y nos evidencia que la violencia contra la mujer no es cuestión de clases sociales. Tu hija, amiga o prima puede ser víctima silenciosa de este delito.
Aunque el amor propio no está en el menú de los anuncios del Día del Amor, tú cuídate y ámate sin cargos de conciencia.