Sin duda, el haber dado un paso al frente y reconocerlo no es fácil, y habla de la dignidad y valentía de “Lirol”.
Si se atreven, los invito a contemplar en sí la pieza: una composición fecal sólida, propia de alguien que lleva una dieta (y una vida) en anhelado balance.
Me acordé de una amashona que se llama Carlota con la que crecimos juntash y cómo me chingaba de wiras.