Sabemos que la falta de oportunidades, violencia, inestabilidad política y una desigualdad social, provoca que muchas personas huyan de su país para buscar una mejor oportunidad de vida. Principalmente esto sucede en los países centroamericanos.
Te has preguntando ¿quién sufre más? Familias completas se separan y los niños muchas veces son los paganos de la separación familiar. Estas son las historias de dos menores que viajaron solos; sus diferentes razones los llevaron a tomar la decisión, que por desgracia sus sueños se quedaron en el camino.
Para la protección de ellos, no mencionaremos nombres reales.
“Amanda”, de 15 años, tenía como objetivo llegar a los Estados Unidos para estar con su papá que hace más de 15 decidió viajar al país del norte para brindarle a su hija y familia una mejor calidad de vida.
“No logré pasar en México; nos detuvieron y llevaron cuatro días a Palenque para luego trasladarnos tres días a Tapachula, a un lugar llamado Siglo 21”, relata Amanda.
Siete días fuera de Guatemala, dormir con personas de distintas nacionalidades y sobre todo en un lugar incómodo es lo que vivió “Amanda”. “En Siglo 21, el lugar donde nos llevaron en Tapachula, era feo, no me gustó, las colchonetas olían a orines, estaban sucias y el lugar era tétrico”.
“En el lugar estaban separados los hombres de las mujeres, pero en el lado de las mujeres se encontraban revueltos menores y personas adultas”.
“Nunca recibí un mal trato por las autoridades del lugar y mucho menos de las mujeres que estaban conmigo”, comenta Amanda. “La razón por la que me quiero ir es para conocer a mi papá y tener un mejor futuro. Yo sé que es peligroso, pero es un riesgo que quiero tomar”.
Amanda comenta que tiene tres oportunidades para tratar de cruzar la frontera con el mismo coyote; si su papá le autoriza, así que ella nuevamente planea emprender el viaje del “sueño americano”.
“Jorge”, de 16 años de edad, originario de Chiantla Huehuetenango, estudiante de bachillerato en Ciencias y Letras, es otro de los muchos adolescentes que desean viajar al país del norte. Entre desvelos y angustia comparte su experiencia.
“Salí por la frontera de Gracias a Dios en Huehue, íbamos en una convoy, después llegamos a una casa donde nos subieron en un tráiler para empezar el viaje”. Jorge expresa que ningún coyote estaba con ellos, nada más les daban la dirección a donde tenían que ir.
“En el tráiler había 147 personas de diferentes países, la mayoría de Centroamérica, niños, mujeres, hombres de todas las edades. Todos estábamos con el mismo objetivo”. El camino cada vez se vuelve más incómodo, el aire se escasea hasta que…”Salimos de Villa Hermosa hacia Veracruz, en una parada donde los traileros descansan, nos parqueamos porque la máquina se había descompuesto”, comenta Jorge
Horas de angustia y preocupación, el aire cada vez se convertía en su principal enemigo. “El tráiler se quedó sin aire acondicionado y el mismo escaseaba. Yo me asusté porque vi cómo las personas se desmayaban, pero traté de mantener la calma. Alguien llevaba una hacha pequeña y abrió dos hoyos en el techo, gracias a Dios entró un poco más de aire”.
Con el miedo de que la migración mexicana los agarrara, decididos abrieron las puertas, el piloto les pidió que mantuvieran la calma, ya que otro tráiler venía en camino para seguir con el viaje. “Estuvimos dos horas esperando. Todos encerrados tratando de mantener la calma, en eso escuchamos cómo somataron el furgón y es cuando nos dijeron “aquí afuera están rodeados de federales, por favor salgan en orden”.
Primero niños y madres embarazadas, todos en fila para luego ser llevados a una famosa “perrera”. “Nos llevaron a Veracruz, allí estuvimos 8 días, 48 menores de Guatemala y alrededor de 84 de Honduras”. “Luego me llevaron a otro centro de migración en Chiapas, para regresarnos en una Pullman hacia la frontera de Tecún Uman”.
Jorge relata que no es igual el trato de la migración mexicana que la guatemalteca, mala comida y malos tratos fue lo que recibió. “No es lo mismo que te trate un paisano. En México obviamente nos iban a tratar mal, no tenían modales y eran muy distantes hacia nosotros, la verdad en ese momento extrañé mi país, a mi gente”.
Dormir en una colchoneta sucia, recibir alimentos que no son de tu gusto, es lo que muchos migrantes experimentan cuando son atrapados por la migración mexicana. “Dormí en una colchoneta, en el lugar nos trataron normal, teníamos donde bañarnos, también brindaron un kit de limpieza, no estábamos descuidados”.
Jorge dejó de ver a su mamá, a los dos años, por lo cual extraña ese contacto íntimo entre madre e hijo, ahora espera poder cumplir su sueño americano. “Yo me quería ir porque quiero trabajar, tener un mejor futuro, pero principalmente estar con mi mamá que no la veo desde hace 14 años” .
Son muchas las historias, unas terminas bien y otras mal. ¿Crees que Guatemala puede ponerle fin a la migración de sus connacionales brindándoles un mejor futuro en el país?