En su brazo derecho tiene una cicatriz, la cual intenta ocultar “por miedo a las preguntas incómodas o por el qué dirán”. De ese incidente que casi le quita la vida han pasado cuatro años. Ahora, dedica sus días a conocer nuevas personas, ya que es piloto de Uber.
Armando, de 40 años, cuenta que aprendió a manejar carro particular desde que tenía 15 años y bus a los 17. “Mi papá fue chófer de varias rutas, en aquellos tiempos en los cuales no había tanta delincuencia”. La última en la que trabajó fue en la 96.
“Yo trabajé primero como brocha de mi papá, cuando cumplí los 18 me contrataron en una fábrica de telas y poco a poco fui escalando. Por mis vicios, me despidieron y por mi edad no me contrataban, entonces compré una camionetilla y yo la manejaba. Llevábamos gente de la 18 calle a la Parroquia, después, me moví a La Brigada, porque ahí me salía más pasaje”.
Durante tres años, Armando trabajó como piloto de un bus colectivo. “Nos iba bastante bien, porque muchos preferían irse seguros con nosotros, que en una camioneta normal”. Hasta que un día, en la esquina de un semáforo un hombre en su motocicleta le pasó tirando un celular, a las dos horas, lo llamaron. “Al principio me pidieron Q150 semanales, después le aumentaron”.
De acuerdo con el informe de InSight Crime y la Iniciativa Global Contra el Crimen Organizado Transnacional señalan que se calcula que los pagos por extorsión ascienden a los US$10 millones, cifra que no incluye costos por seguridad. A esto se suma que las compañías de seguros ya no cubren a las flotas de distribución, a menos que lleven un guardia armado a bordo.
El reporte identificó a tres de las principales causas de la extorsión: incremento en la presencia del crimen organizado, uso de tecnología y los imitadores criminales. Las autoridades creen que actualmente en el país, la MS13 recibe más ingresos por la venta de droga y la protección de las rutas utilizadas por grupos de narcotraficantes.
La Policía Nacional Civil (PNC) reportó que en 2018 recibió 8 mil 672 denuncias por el delito de extorsión, 3 mil 636 más comparadas con 2015. Aunque no existe un cambio del modo de operación del delito, la Fiscalía Contra las Extorsiones señala que existe más la cultura de denuncia ante el Ministerio Público (MP), que reporta la ejecución de 454 sentencias condenatorias por dicho delito.
Poco a poco los compañeros de Armado fueron dejando la profesión de pilotos. “Quedábamos menos y un día ya no logramos pagar la extorsión. A mediodía, estábamos comiendo con un compañero cuando nos dispararon, logré esconderme y una bala me dio en el brazo, pero a mi amigo le dispararon en la cabeza”.
“Desde ese momento dejé de ser piloto cuando vi morir a mi amigo, lo peor es que yo lo había llevado a trabajar en la ruta”, recuerda Armando.
En enero pasado, el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) presentó su informe de Índice de Denuncias de Delitos y determinaron que en promedio se recibieron 19.1 denuncias diarias relacionadas con las extorsiones.
“Uno quiere trabajar y los mareros no lo dejan, es complicado cuando no hay seguridad. A mí me costó salir del trauma y dejé de laborar por mucho tiempo. Hasta hace unos meses que me aventé a ser piloto de Uber y me ha ido bien”.