Respondieron “sí” y “un nuevo organismo creado por el pueblo, los parlamentarios no”. La respuesta fue fuerte, clara e histórica.
El pasado 25 de octubre, Chile decidió en las urnas, por mayoría democrática, que el país necesita una nueva constitución, la que será redactada por una Convención Constituyente compuesta por 155 miembros electos por votación popular el 11 de abril de 2021.
Ahora, los constituyentes tendrán 9 meses para presentar un nuevo texto constitucional, que puede ser ampliado por 3 meses más, en una sola oportunidad. De esta manera, a mediados de 2022, el país vivirá un nuevo plebiscito de salida para aprobar o rechazar la nueva constitución.
En otras palabras, los chilenos, a punta de fuego, destrozos y manifestaciones masivas hechas sistemáticamente durante un año han logrado lo que muchos países latinoamericanos desearían: reescribir la historia creando, en conjunto, una nueva constitución que contenga el beneficio de las mayorías.
Fueron tachados de comunistas, anarquistas, izquierdosos, sublevados e incluso delincuentes, pero el “estallido social” como le llamaron devino, por fin, en una democracia incluyente forjada con la lucha de la clase obrera.
Los estudiantes formaron parte indispensable en esta lucha y fueron los primeros en sublevarse un año atrás.
Herencia de Pinochet
Con un sí arrasador, de casi un 100 por ciento, los chilenos eligieron transformar la constitución que tiene fallos gigantescos como permitir que el agua sea un recurso que es “propiedad privada” por la cual hay que pagar y no un derecho como en el resto del mundo.
La carente constitución botada fue creada durante la dictadura de Augusto Pinochet, de 1973 a 1990.
¿Qué es lo que piden tan ardorosamente?
En pocas palabras, la población cambiará la constitución para reducir el poder de las empresas y redistribuir la riqueza.
La lucha chilena contiene un variopinto de solicitudes unidas, que estallaron (hace exactamente un año atrás) con la inconformidad al alza de la tarifa del metro de Santiago, capital chilena.
La realidad de país tomó por sorpresa al resto del mundo pues Chile era considerado un modelo de crecimiento económico y estabilidad en América Latina, pero al parecer solo el chileno sabía la realidad de lo vivido en su nación.
Los movimientos trabajan para obtener educación gratuita y de calidad, igualdad social, cambios pensionales, cuidado del ambiente, pensiones de vejez, aumentos salariales y reformas políticas.
¿Quién hará la nueva constitución?
Tras votar por el sí, ahora los chilenos tendrán mucho por qué seguir votando y resolviendo para ser correctamente representados en lo político. La supervisión sobre el nuevo órgano encargado de crear la nueva constitución será máxima. Este órgano llamado “convención constitucional”, estará integrado únicamente por ciudadanos electos de forma paritaria.
Etapas del nuevo proceso constituyente chileno:
15 de noviembre de 2019: Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución.
24 de diciembre de 2019: reforma constitucional que modifica la constitución vigente para incorporar el itinerario y reglas del proceso constituyente.
29 de marzo de 2020: presidente convoca, vía decreto, al plebiscito de entrada del 25 de octubre de 2020.
25 de octubre de 2020: plebiscito en el que se decide si se aprueba o rechaza la idea de una nueva constitución y cuál sería el órgano que la redacte.
11 de abril de 2021: elección de convencionales constituyentes.
Mayo o junio de 2021: instalación de la Convención Constituyente.
Hasta 9 o 12 meses después: convención aprueba un nuevo texto constitucional.
Aproximadamente, 60 días después (agosto de 2022 aproximadamente): plebiscito para aprobar o rechazar nueva constitución.