“Solo vimos como una nube de cenizas se acercaba a nuestra casa y empezamos a correr entre los cafetales”
Dolor, tristeza, angustia y desesperación es lo que viven las personas que perdieron todo tras la erupción del Volcán de Fuego. Para muchos, el 3 de junio será una fecha que no podrán olvidar.
Doña Dolores, de 80 años, no puede evitar llorar al hablar sobre sus 20 familiares que no pudieron salir a tiempo de la Comunidad de San Miguel Los Lotes y que todavía no los han podido encontrar bajo los escombros del lugar.
“Mis sobrinos no pudieron salir, nadie me da respuesta de ellos, pero le pido a Diosito que si no están con vida que me los tenga en su santa gloria”, dijo doña Dolores.
Marcelina Paz Bocuk de 29 años y Catalina Paz Bocuk de 38 años, junto a sus padres, cuñado y seis de sus hermanos, nunca se imaginaron que ese domingo sus vidas correrían peligro en casa. “Ayúdenos no podemos salir, todo está caliente”, le decían durante una llamada a Karla Díaz, de 23 años, quien vive en el centro de Escuintla.
Karla escuchaba los gritos de desesperación por teléfono, sentía impotencia por no poder ayudarlos. Sus lágrimas bajaban por su rostro mientras se dirigía a los albergues a buscarlos y nos contaba que tenía la esperanza que ellos hubieran podido escapar del sitio.
“Ayer que hablamos como a las cuatro de la tarde, ellas gritaban y lloraban porque no podían salir de su casa. Me decían que todo estaba caliente y me pedían ayuda. Yo me sentía mal porque no sabía qué hacer y cuando vuelvo a llamar el teléfono ya sonaba muerto. Ya hemos ido a buscar a todos los centros de albergues en Escuintla y no las hemos encontrado, pero tengo fe que encontremos a toda la familia con vida”.
Durante la erupción del volcán las personas comenzaron a correr, algunos salieron de sus casas con la ropa que llevaban puesta y no jalaron nada más, la nube de ceniza cubría todo a su paso, siendo esa la única opción para sobrevivir. Por el miedo, no les importó dejar más de algún zapato perdido “a nosotros no nos importó nada, dejé el zapato tirado como muchos, lo importante era salvar nuestras vidas”, expresó un damnificado de la Comunidad de Los Lotes.
En cada albergue las escenas de familias desconsoladas es devastadora. Madres lloran porque no lograron sacar a sus hijos y niños que siguen sin comprender que se han quedado sin familia. Voluntarios se han acercado para contribuir por medio de actividades, con el propósito de hacerlos olvidar un momento sobre lo que están pasando.
“Estamos jugando con ellos, platicando e intentando distraerlos, aunque sabemos que eso no les quitará el dolor que tienen en sus corazones”, expresó una voluntaria.
Sin embargo, la ayuda de los guatemaltecos no se hizo esperar, universidades como la Mariano Gálvez de la sede de Villa Nueva y Rafael Landívar de Escuintla, se organizaron y llevaron víveres a los centros de acopio ubicados en el centro de Escuintla.
“Creo que en estos momentos es cuando más personas debemos sumarnos ante está terrible tragedia. Invito a otros a que hagan lo mismo para apoyar a estas personas que lo necesitan”, dijo una estudiante de la Mariano Gálvez de la sede de Villa Nueva.
Las colonias el Cañaveral, Prados de la Costa, Magnolias entre otras, que viven a los alrededores de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe de la zona 2 de Escuintla, se unieron desde ayer a las 2:30 de la tarde para cocinarles a los damnificados y atenderlos.
“Como comunidad nos hemos organizado para cocinar a todas aquellas personas que se quedaron sin hogar. Yo he estado desde ayer y no me he ido a mi casa porque aquí hay necesidad y lo más importante es ayudar con amor”, contó Miriam Quiñónez.
La empresa Taxis Santiago y Parqueos del Sur de Escuintla, también se sumaron y les llevaron alimentos a los rescatistas que se han encontrado desde muy temprano trabajando para buscar a personas y animalitos entre los escombros.
“Es un trabajo duro, porque nos toca buscar a las víctimas de esta tragedia y muchas veces las encontramos sin vida. Lo que nos queda como lección es seguir trabajando y dar todo de nosotros para salir adelante para ayudar a los que nos necesitan”, dijo José Manuel Paredes de la compañía 29 de los Bomberos Voluntarios de Amatitlán.