Sonia Ortiz nació en un hogar unido, cuyos padres siempre fueron cariñosos y la guiaron con el mejor ejemplo. Deseaba ser maestra y fundar su propio colegio, en el que además de enseñar valores, también impartiría otras materias a los pequeños. Su infancia transcurrió feliz, pues se rodeó de personas amorosas.
Otro de sus sueños era casarse, dedicarse a sus hijos y esposo. Siempre deseó formar un bonito hogar, sin dejar al margen a sus padres, pues fueron un pilar importante en su vida.
Sin embargo, las circunstancias cambiaron su vida. A los 21 años, se convirtió en madre soltera de un bebé que sería la inspiración y orgullo de su vida. Ortiz se quedó a vivir con sus padres, hasta la fecha.
Todo transcurría muy bien. En su vida tuvo buenos trabajos, donde se encontró con personas muy buenas, pero en el último no imaginó que su vida cambiaría drásticamente.
Ortiz se convertiría en una sobreviviente de la delincuencia del país.
El ataque
Ortiz iba sobre la 3a. avenida para buscar la Calle Martí. Un carro pasó de prisa a su lado, pero al llegar frente a un gimnasio se dio cuenta de que atrás de ella iba otro vehículo, del que descendieron dos hombres. Uno se puso al lado de su puerta, mientras que el que estaba de lado del copiloto le empezó a tocar la ventana con el arma. Ella no supo qué hacer y empezó a acelerar.
Cuando lo hizo, escuchó el sonido de un cuete y de inmediato sintió el cuerpo caliente. De lo nerviosa que estaba, no se dio cuenta de que el auto siguió su marcha hasta quedar frente a la Cervecería Centro Americana, donde fue a impactar. En cuestión de segundos llegaron los bomberos para prestarle los primeros auxilios, pero ella estaba muy mal; no sentía sus piernas ni su cuerpo, por lo que fue trasladada de urgencia al hospital. Su cuadro clínico era desalentador. Se le había quebrado la clavícula, por el golpe, mientras que una costilla perforó su pulmón; aparte, la bala aún estaba en su cuerpo.
Estuvo en el intensivo, pues se encontraba entre la vida y la muerte.
Cuando estuvo en el hospital, una de las doctoras se le acercó para indicarle cuál era el diagnóstico oficial y lo que le depararía el futuro.
Me dijeron que no volvería a caminar, que mi vida cambiaría; me quedé pensando por un largo rato, pero será Dios el que dirá. Así inició el proceso de no sentir las piernas”. – Sonia Ortiz
Mientras estuvo en el hospital añoraba estar en su casa, con su familia.
Del ataque armado han pasado 10 años
Sonia Ortiz, durante todo este tiempo, se ha encargado de cuidar cada detalle de su nueva vida; de limpiar las bolsas que ahora utiliza, las cuales se han convertido en parte indispensable de su rutina, casi como si se tratara del maquillaje.
Enfrentar la vida desde el inicio no fue fácil, pues se sentía víctima. Con el paso de los años, se ha dado cuenta de que es una sobreviviente. Entre lo más difícil que ha tenido que enfrentar está no poder ver a su madre en el hospital, porque se enfermó y no la ha podido visitar.
Sin embargo, la vida de Ortiz continuó. Actualmente se dedica a vender bisutería, gorros y bufandas de lana, para ayudar con la economía de su casa.
Ortiz está a punto de convertirse en abuelita y eso le ha devuelto mucha felicidad a su vida. La ilusión de cargar a su nieta es una motivación muy alta.
Incluso, su participación en la iglesia se ha vuelto más latente, pues en su casa se reúne una pequeña comunidad.
La bala que le cambió la vida la guarda en un lugar especial, para no olvidar que Dios le dio otra oportunidad de vivir.