El pasado 23 de febrero, un artículo en el New York Times titulado “For Some Teens, It´s Been a Year of Anxiety and Trips to the E.R.” (Para algunos adolescentes ha sido un año de ansiedad y visitas a la emergencia), reveló el aumento de pensamientos suicidas durante la pandemia y la imposibilidad de las familias para manejar las crisis de los adolescentes. Cifras que, en Guatemala, también revelan un incremento de depresiones y crisis mentales que sufren los jóvenes en la era post encierro total.
El relato del periodista Bendict Carey comienza con la historia de Ann, una madre del área de la bahía de San Francisco durante la pasada primavera. Su hijo comenzaba a ordenar su vida y clases las clases virtuales. “La primera ola de encierro en casa, cerró de tajo todas sus actividades rutinarias- deportes y música. Pero la estabilidad (del joven) no duro”.
De acuerdo con Ann, el prolongado aislamiento social le afectó. “No podía salir, conseguir trabajo y comenzó a usar mariguana y Xanax”, relató la madre. Pero la frustración del joven llegó a su punto máximo el pasado mes, cuando comenzó a cortarse y así los viajes a la emergencia.
Pero el gran problema para estos jóvenes, es que dada la situación de la salud no hay encamamientos para tratar a pacientes con problemas psiquiátricos. A decir de la Dra. Rebeca Baum, una pediatra de Asheville North Carolina, “los niños están pasándola en las salas de emergencia por días, ya que no hay camas para tratarlos… están allí sin entender que sucede, y por que deben esperar o a donde van a ir”.
La mayoría de adolescentes y jóvenes adultos han logrado pasarla durante la pandemia, siempre y cuando sus familias hayan permanecidos sanas y económicamente estables, asegura el reportaje. Los retos que presenta esta pandemia para los jóvenes son algo que nunca se ha visto. Algunos se han convertido en muy sensibles y en algunos casos hasta han perdido el control sobre su temperamento, todo debido a largos periodos de aislamiento y alejados de sus actividades normales.
Algunos se apartan, lloran con más frecuencia y se enfurecen por cosas que normalmente no lo harían. Otros han caído en viejos hábitos negativos e incluso el consumo de drogas para aliviar la incertidumbre que les ha traído esta situación de encierro y aislamiento. Pero lo más difícil ha sido la falta de apoyo para los padres, para comprender y poder abordar esta crisis que se vive en los Estados Unidos.
Un informe de la CDC (Centro para el Control de Enfermedades), de cuenta que menos de la mitad de las emergencias de los hospitales en Estados Unidos tiene políticas claras para manejar problemas de conducta. “Llegar al fondo de un problema conductual puede tomar días de observación y un psiquiatra, pero muchas emergencias no cuentan con especialistas.
En Guatemala la historia no es tan diferente. Casos de jóvenes que se han deprimido, por el aislamiento o que han comenzado a tomar hábitos destructivos se registran en las clínicas de especialistas en tema de la salud mental. De acuerdo con la Dra. Ana María Andreu, psicóloga clínica y experta en asesoramiento familiar, este último año ha golpeado severamente a los jóvenes de nuestro país. “En la clínica se han incrementado los casos de jóvenes con pensamientos suicidas, depresiones y afecciones derivadas del encierro y aislamiento”, sostiene la especialista.
Según Andreu, los casos van en aumento y es importante que los padres de familia tomen cartas en el asunto. “Se debe buscar ayuda profesional, pues esta afección no es algo que se tome a la ligera”, asegura Andreu. Según la experta, es importante ofrecer apoyo y tratamiento a los jóvenes, pues a fin de cuentas son ellos los que han llevado la peor parte de todo esto.
“Se quedaron encerrados, aislados de su vida normal, sin amigos con quien compartir, recibiendo clases en una computadora y con sus hábitos cortados”, Ana María Andreu
Hoy el daño a los jóvenes esta hecho. Pero se puede trabajar en corregirlo y ayudarles para salir adelante. Una nueva normalidad, pero con afectaciones que deja un año atípico en la vida de las futuras generaciones.
De acuerdo con la clínica Mayo, estos son algunos de los cambios emocionales que puedes identificar en tu hijo ante una depresión:
Cambios emocionales
Sentimientos de tristeza, que incluyen llanto sin razón aparente.
Frustración y enojo.
Irritabilidad.
Perdida de interés o placer en actividades regulares.
Baja auto estima.
Conflictos con familia y amigos.
Fijación en los errores pasados.
Autocritica y culpabilidad exagerada.
Cambios de conducta
Cansancio y perdida de energía.
Insomnio o exceso de dormir.
Cambios en el apetito.
Consumo de alcohol.
Lentitud al hablar o en la movilidad corporal.
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