A pocos kilómetros del centro de Antigua Guatemala, Sacatepéquez, se encuentra San Cristóbal el Alto. En la cima de un cerro, vive una comunidad de 580 habitantes que, hasta la década de los noventa, mostraba los índices más altos de desnutrición y pobreza, así como un bajo nivel en la educación.
En 2001, se formó el primer Consejo Comunitario de Desarrollo Urbano y Rural (COCODE) para comenzar un proyecto que cambiaría la historia de San Cristóbal. La comunidad no contaba con servicios básicos. No había agua, alcantarillas ni transporte que subiera o bajara de la ciudad al pueblo. Había un maestro para varios grados y una carretera de acceso de terracería. “La gente migraba, negaba al pueblo. No había un futuro para la comunidad”, comenta Inocente Cutzán, presidente de la futura cooperativa.
Para 2012, ya habían alcanzado el 80 por ciento de lo que se propusieron en el 2001. Era el momento de hacer algo diferente para mejorar la economía del pueblo. Así que se formó la Cooperativa Integral de Servicios Especiales de Turismo Senderos del Alto. Esta cooperativa apostó por el turismo comunitario para “activar el desarrollo económico local y generara cadenas de valor internas”, menciona Cutzán.
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La primera actividad fue el senderismo de montaña. “Para nosotros, lo que teníamos no significaba nada, pero pronto comenzaron a llegar los turistas”, cuenta Cutzán. Gracias a esto, hubo necesidad de crear hospedaje y restaurantes. “Todo nació de la necesidad de nuestra comunidad de llevar el desarrollo sostenible a nuestro pueblo y de poder tener un nivel de vida digno con base al esfuerzo e inversión de los propios vecinos”, expresa Cutzán.
La única manera de cambiar la forma de vida de un pueblo es que los mismos habitantes se unan y trabajen en beneficio propio. Inocente Cutzán, presidente de la Cooperativa Senderos del Alto.
Ahora, San Cristóbal cuenta ya con una carretera de acceso empedrada, transporte turístico, hoteles ecológicos, restaurantes de comida vegetariana y típica, además de ventas de artesanías locales. También cuentan con una biblioteca física y virtual, gestión de becas, eventos culturales, una clínica médica y un proyecto de reciclaje. Todo financiado con dinero que los propios habitantes destinan de sus negocios para los distintos proyectos.
“La única manera de cambiar la forma de vida de un pueblo es que los mismos habitantes se unan y trabajen en beneficio propio”, menciona el presidente de la cooperativa, quien cree que es un modelo que puede replicarse en otros lugares del país. “No porque nuestro proyecto sea el mejor, sino porque aprendemos de lo que los demás hacen, nos despiertan ideas y nos genera luces para darle valor a nuestro patrimonio tangible e intangible, la cultura y lo que poseemos como país”.
Un futuro prometedor
La comunidad tiene tres proyectos para los próximos años: uno de manejo y conservación del bosque con enfoque ecoturístico, San Cristóbal el Alto: un pueblo jardín y el fortalecimiento de los artesanos.
El primer proyecto ya comenzó con un inventario forestal del bosque, identificación de especies nativas, un banco de semillas y la plantación de 5 mil árboles. Esto va de la mano con el proyecto del pueblo jardín, que pretende jardinizar el pueblo y reforestar el camino de acceso con árboles florales. Esto también contempla la construcción de plataformas, miradores y orquidearios.
El tercer proyecto es el de fortalecimiento de los negocios locales a través de la preparación de los artesanos en temas como innovación de productos, comercialización y estrategias digitales. La idea es que los pobladores aprendan sobre tecnología para expandir sus marcas y lograr negociar internacionalmente.
Sede centroamericana
En 2017, una delegación de San Cristóbal participó en el primer Encuentro Latinoamericano de Turismo Comunitario. Gracias a esta exposición, la aldea será la sede del primer Encuentro Centroamericano de Turismo Comunitario que se llevará a cabo del 25 al 28 de octubre de 2018.
“El encuentro busca visibilizar y consolidar procesos de turismo comunitario de Centroamérica para poder generar redes de trabajo colaborativo y desarrollar nuevos canales de comercialización”, menciona Camilo Alvarado, miembro del equipo de Fundación Travolution Internacional, que ha apoyado a la aldea y contribuye a promover el turismo comunitario para el desarrollo.
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