Desde hace cuatro meses no logra visitar su propiedad de la costa. Y luego que la Semana Santa fuera suspendida, la vacación anual más larga de la familia, se convirtió en el encierro más largo de su historia. Ahora, con las medidas aligeradas por el presidente, el Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODE) del puerto de San José se ha dedicado a infundir miedo en la población para evitar que regresen.
Javier Alfonso Ruiz y su familia lograron el sueño de sus vidas en 2017. Durante varios años no hubo viajes, ni autos nuevos y cada dinero extra que llegaba se invirtió en block, cemento y hierro. “Quería darles a mis hijos lo que yo no tuve de niño y mis amigos de infancia me compartían”, recuerda el hijo de un contador y una cajera.
Conoció el mar cuando tenía ya 16 años, pues sus padres nunca le llevaron más allá del parque de las Naciones Unidas. Pero fue Milton, su compañero de clases quien le invitó por primera vez a un fin de semana que le cambió la vida. “Fue allí que conocí el mar y quedé maravillado”. Fue entonces que decidió que eso era lo que quería, un chalet a la orilla del mar. Primero fue el terreno, que se tardó 10 años en pagar y luego vino la casa.
Pero, la llegada del COVID-19, a casi 3 años de haber estrenado su sueño, lo cambió todo. Después de 4 meses de no poder ir, las noticias de Gumercindo eran increíbles. “Don Alfonso, se entraron, se llevaron todo hasta la refri”. En el condominio donde Ruiz tiene su casa, a otros vecinos también les han reportado robos. Me cuentan que a cuatro vecinos se les entraron y se llevaron las teles, el tanque de gas y los muebles, asegura. “A otros hasta los gabinetes de cocina les quitaron”, se lamenta.
Historias como la de Ruiz, llevaron a otros propietarios a percatarse del peligro que corrían sus inversiones. Con cuatro meses sin ir, sin poder entrar a verlas o darles el tan necesario mantenimiento a sus casas, el salitre habría hecho lo suyo. Fue entonces, que Víctor Hugo decidió hacer el viaje, pues las palabras del guardián, “todo está bien”, aunque reconfortantes necesitaban ser corroboradas.
En su primera intentona, Víctor fue detenido a la entrada del Puerto de San José. “No pasa y punto” fue todo lo que dijeron los personeros de la municipalidad, escoltados por agentes de la PNC y el Ejército de Guatemala. Las semanas transcurrieron y la restricción de ingreso por parte del alcalde Vinicio Najarro se mantuvieron firmes desde marzo. Pero, finalmente el viernes pasado la noticia llegó por WhatsApp a las administraciones de los condominios.
INFORMACIÓN IMPORTANTE
Es un gusto poder informarles que derivado del acercamiento con las autoridades ediles del Puerto de San José, se logró que a partir de hoy 24 de julio de 2020, se permita la libre locomoción hacia sus propiedades, sin restricción de ingreso de menores de edad y adultos mayores.
Se recomienda que ingresen solo los miembros del núcleo familiar, que no se autorice el ingreso de invitados.
Cabe mencionar que se estará vigilando que se cumpla con los protocolos sanitarios tales como el uso de mascarillas cuando estén fuera de sus propiedades y que no haya aglomeraciones en cada chalet, y áreas comunes.
Asimismo, hacer de su conocimiento que por las disposiciones Municipal QUEDA PROHIBIDO lo siguiente:
uso de mulitas
uso de cuatrimotor
uso de lanchas
uso de la playa
De manera atenta, les solicitamos toda su colaboración a efecto de no retroceder en los avances logrados para que puedan disfrutar de sus chalets.
Tardó más en llegar el mensaje por las redes sociales, que el COCODE del Puerto de San José en oponerse a las nuevas medidas. Un vecino de Víctor Hugo, quien salió el sábado por la mañana, logró llegar antes de las 10 cuando ya no había puesto de registro y se fue al condominio para ver cómo estaba todo. Un par de horas después una patrulla y miembros del COCODE lo fueron a sacar de su casa. “Se tiene que ir, aquí no puede estar”, le ordenaron.
Unos kilómetros atrás, Víctor intentaba llegar a Linda Mar, pero un retén le detuvo. Allí personal de la comuna de San José, acompañada de agentes de la PNC, ejército y miembros del COCODE, le cortaron el paso. “La disposición del alcalde ya no está vigente y se tiene que ir de vuelta a Guatemala”.
“Ustedes quieren venir aquí a matarnos, ustedes los ricos tienen la culpa de que haya este virus, como solo viajando se la pasan”, le gritó el empleado municipal. Estaban muy molestos, recuerda Víctor, parecía que yo les hubiese hecho algo por el simple hecho de tener una casa en la playa. Una casa por la que se le pagan impuestos a la muni, una donde se emplea a personas de la localidad y más importante por la que trabajé mucho para tenerla. Igualmente, Víctor no logró pasar.
“Yo no quiero ir a vacacionar, lo único que quiero es ir a ver cómo está mi casa y luego me regreso”, Víctor Hugo.
De acuerdo con el abogado José Toledo, las disposiciones del Estado de Calamidad establecen que las municipalidades son un apoyo al gobierno central. Y la única prohibición que hay es la de ir a vacacionar a playas, no de limitar el acceso ni la circulación. “Tener retenes para evitar que dueños vayan a ver las condiciones en que están sus propiedades es un delito de abuso de autoridad”, asegura Toledo.
Peor aún, si miembros de la PNC, ejército o COCODES apoyan esta medida ilegal, ellos también están cometiendo el delito, sostiene el abogado. Acá se está violando el derecho a la propiedad, la libre locomoción, por lo que se debe solicitar una investigación del alcalde y todos los que participan de estas violaciones, siempre y cuando las personas que vayan no lo hagan con el fin de vacacionar. “Los propietarios podrían iniciar un proceso de antejuicio en contra del alcalde y su consejo, los agentes y militares que les apoyan”, asegura.
Mientras, Javier Alfonso Ruiz tiene una idea del daño que sufrió su casa durante estos cuatro meses, otros cientos de propietarios aún desconocen la situación de las suyas. Todo gracias a un COCODE que, por miedo al contagio, ha tomado las riendas de un municipio y no las piensa soltar.