Reyna González es una chef profesional con suficientes años de experiencia a cuestas. Antes de la llegada de la pandemia del COVID-19 tenía un empleo en un restaurante donde se encargaba que cientos de comensales salieran satisfechos del lugar.
En cuanto inició el cierre económico y el lugar donde trabajaba cerró sus puertas, se le informó que no le podrían seguir pagando más y que regresaría hasta nuevo aviso, pero este nunca llegó, ni con la reapertura parcial de las empresas.
Reyna se vio entonces, en plena juventud, pero sin ingresos y posibilidades de laborar en ningún sitio, sin importar lo buena que es en su rama. Debió improvisar y montó un emprendimiento para hacer el mercado y enviar paquetes en la ciudad capital. De eso se agenciaba ingresos para sobrevivir el mal momento. Entregaba junto a su motocicleta, lo que le pedían día y noche.
Sin importar lo cuidadosa que fue, un tiempo después de haber iniciado en su emprendimiento, alguien la atropelló y aunque se responsabilizó, ella debió ser sometida a diversas cirugías para reconstruir sus rodillas. Cual milagro vivo, meses después Reyna está de pie nuevamente, luchando, pero sin trabajo estable y la motocicleta que le acompañaba.
Sin embargo, cuando hay un corazón luchador, toda crisis se convierte en oportunidad. Reyna sigue trabajando llevando y trayendo a personas y paquetes en toda la ciudad y está pagando un automóvil sencillo para seguir laborando. No tiene IGSS, ni tiene estabilidad laboral y su estado de salud está resentido tras el accidente.
Nada la detiene. Solo busca una oportunidad para trabajar, un lugar donde pueda demostrar sus dones, su trabajo meticuloso y perfecto y donde pueda pagar IGSS para seguir con su recuperación. No quiere sentarse a curarse y lamentarse, no, quiere seguir luchando, además de trabajar.
A Reyna se le puede contactar al número 3746-5435.
50 mil jóvenes de su edad también están desempleados
Y el caso de Reyna no es el único. Los datos del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) lo confirman. Los números del desempleo que, hasta ahora, dejó la pandemia del COVID-19 son alarmantes.
Entre marzo y agosto de este 2020, un total de 59,310 personas dejaron de contar con seguridad social. De esta cantidad más de 50 mil (50,685) son jóvenes entre 18 y 29 años.
Por su parte, la Defensoría de la Juventud de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) realizó una verificación para determinar el impacto de la pandemia en el acceso a la seguridad social de los jóvenes.
Sus hallazgos también fueron alarmantes:
En diciembre de 2019, el total de afiliados era 1,350,821 personas, que incluía a 492.501 jóvenes menores de 30 años, los cuales representaban el 36 por ciento de los afiliados. Tan solo dos meses después, en febrero de 2020, la estatal de afiliados había disminuido considerablemente en 18,451 personas.
Ya para agosto de 2020, la cantidad de afiliados había disminuido hasta en 87,761 y el número de desempleados seguía creciendo.
En resumen, durante los primeros seis meses del impacto de la pandemia del COVID-19 en Guatemala, más de 59 mil personas dejaron de contar con el apoyo del servicio de Seguridad Social. La cantidad de jóvenes desempleados entre 18 y 29 años es del 85.45 por ciento. Los números de PDH e IGSS coincidían.
59,310 personas dejaron de pagar el IGSS por quedar desempleados.
En un país con la escolaridad tan baja como Guatemala, los jóvenes dependen de empleos informales y formales para sobrevivir. Pero con el COVID-19 el cierre de la economía obligó a despidos masivos.
Al otro lado de la balanza
Según la información del Registro Mercantil, un total de 407 empresas cerraron sus operaciones definitivamente desde el 13 de marzo hasta el 16 de junio. Devenido de ello ocurriría ese crecimiento en el desempleo.
La pandemia obligó al cierre físico parcial y total de cientos de empresas. No hubo un solo sector que no se viera afectado con los cambios y las nuevas normas. Comercio, turismo, industria, transportes, muchos sectores contaron con miles de bajas.
Algunos comercios incluso estuvieron cerrados por casi cinco meses, otros, como los colegios, aún no reabren sus puertas y muchos jóvenes todavía buscan empleo digno.