A un lado del Atlántico la música no dejaba de sonar, en el local de afecto y comprensión, las luces de colores le alegraban la noche, mientras cada una se ganaba el sustento como podía. Del otro, una empleada del gobierno guatemalteco, cargaba guardados en su teléfono los mensajes “calientes”, que su jefe le hacía llegar periódicamente.
Comenzaba la tarde en el más apartado del meridiano de Greenwich cuando el gran “agregado cultural” decidió que ya era suficiente y que debía volver a casa. Pasado de tragos y con la libido a tope, se puso de pie listo para salir. Creía que su pasaporte era suficiente y que su condición de diplomático le valdría para dejar impaga la cuenta del club del Barrio de Salamanca. Arturo Jutzuy Hernández tenía inmunidad y unas copas de más aseguraron personeros del Executives Club Madrid.
Entre tanto, en la ciudad tejana de Houston, una empleada del consulado de Guatemala, rechazaba las insinuaciones sexuales de Ricardo Montes, entonces cónsul en dicha localidad. Su negativa la llevó a enfrentarse a un ambiente laboral inaceptable, donde le fue recargado el trabajo y sus horas extras no le fueron reconocidas. Sin embargo, decidió denunciarlo.
En la capital española, Jutzuy hacía valer su condición de diplomático para evitar que la policía le tocara y poder salirse sin pagar.
“Tengo inmunidad, tengo inmunidad”, repetía Jutzuy Hernández.
Pero, luego fue llevado a un cajero automático donde las dudas se disiparon, el agregado cultural no tenía fondos para pagar los 1 mil 300 euros que adeudaba en el local. Y su condición de diplomático prevaleció.
Mientras que de Jutzuy aún se espera un pronunciamiento formal por parte del gobierno de Guatemala, a Montes le cayó una suspensión de 30 días sin goce de sueldo. Misma que terminará el próximo 28 de enero, fecha en que retornará a sus labores.
Al sur de la frontera
Entre tanto, al sur del Río Grande, Sandra Jovel preparaba el blindaje para evitar que sus más recientes nombramientos fueran destituidos. El 1 de diciembre fue nombrado como embajador de Guatemala en Canadá el ex viceministro encargado de temas migratorios, Pablo García Sáenz y para la misión diplomática en Italia, el que hasta entonces había fungido como encargado de asuntos multilaterales, Luis Fernando Carranza. Quince días después, comenzó su viaje a Turquía, Jairo Estrada, el nuevo embajador ante el gobierno turco.
Luego en una movida que sorprendió a todos, la futura excanciller Jovel nombró al saliente diputado Luis Hernández Azmitía como ministro consejero de la Misión Permanente de Guatemala ante la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, Estados Unidos. Y de acuerdo con Jovel, el congresista no reelecto, cuenta con la experiencia para ocupar el cargo.
“Es una asignación política y él tiene algunos conocimientos sobre temas de familia y es uno de los temas que defenderá en la OEA”, Sandra Jovel.
Para el excanciller, Gabriel Orellana, la carrera diplomática lleva más de 50 años de estar vigente en Guatemala. La misma tenía una visión de formar un cuerpo diplomático que representara a Guatemala.
“El punto era que el diplomático tuviera una especialización, pero el problema es que ha habido un celestinaje servil a favor del presidente, creando excepciones para los nombramientos”.
“Si el próximo gobierno quiere mejorar el nivel de funcionarios tendrá que hacer una limpia muy grande para cambiar esto”, Gabriel Orellana.
Para Orellana poco a poco se ha convertido en un sistema de pago de favores. Hay personas que pueden tener la carrera, pero hemos llegado al punto en que la lambisconería se impone y sea el presidente quien nombre a los miembros del servicio diplomático.
Lo cierto del caso es que el legado diplomático de Jovel, para con la nueva administración, es uno que busca pagar favores políticos, encubrir a criminales y sobre todo: mostrar lo peor que Guatemala tiene para dar al mundo.
“Se ha nombrado a personas que carecen de educación y preparación para estos cargos y eso ha afectado a nuestro sistema”, Gabriel Orellana.