Niños en brazos, mujeres embarazadas y miles de personas recorrieron más de 765 km para llegar a la frontera de México con Guatemala
Todos estaban reunidos con un mismo objetivo, alcanzar el sueño americano. Un sueño que para muchos se quedó en la frontera de México y Guatemala.
Las dos caravanas de migrantes fueron uno de los acontecimientos que estremeció a la comunidad internacional. ¿Por qué migran? Muchos de ellos huyen de la violencia y la falta de oportunidades en su país.
Honduras, San Salvador y Guatemala, son los no deseados por el país del norte. A pesar de ello, muchos siguen con ese sueño de tener un dólar y una mejor oportunidad.
Guatemala ha sido paso para miles de migrantes, pero muchos de ellos no han podido pasar nuestra frontera y es en la Ciudad de Tecún Umán, San Marcos, donde aún caminan sin un futuro asegurado.
“Desde los 19 años vengo tratando de cruzar al norte. He participado en las dos caravanas y esta última no logré pasar”, relata Marvin Adonai Martínez Sánchez.
Marvin tiene 21 años y sin saber mucho de su familia, su única esperanza es un primo que le envía un par de dólares para sobrevivir en Guatemala, mientras busca cómo llegar a él.
“No quiero regresar a Honduras, hay mucha delincuencia. La niñez está perdida, ellos son presa fácil para que las maras los reclutan a la fuerza. Si no aceptan los matan”, cuenta.
Lo acompañan una pequeña mochila y unos zapatos desgastados de tanto caminar. Una señora les da la oportunidad de bañarse en su pequeño hotel.
“Solo me traje un par de suéteres y ropa”.
Marvin y otros dos acompañantes se sientan en una banqueta para descansar un poco. “La primera vez me dio miedo, pues uno de migrante sufre; arriesgamos nuestra vida, muchas veces no tenemos que comer, todo lo hacemos por buscar un mejor futuro”, resalta.
¿Realmente todos los migrantes huyen de la delincuencia y falta de empleo? Es un factor común, pero detrás de ello siempre hay un relato más. “Mi papá vivía en Estados Unidos, le dio derrame cerebral y un mi tío lo deportó a Honduras. Por esa razón yo necesito ir a Estados Unidos para salvarlo”, explica.
Con 2 mil lempiras, Marvin ha estado sobreviviendo en Tecún Umán. Conforme pasan los días, su recurso y tiempo se agotan. “Allá en mi tierra trabajaba en una zona cafetalera. Al día me pagaban 200 lempiras. Existen otros lugares donde pagan 35 lempiras por llenar un galón de café”, manifiesta.
“Llegué a Ciudad de México y me deportaron. La segunda vez llegué a Mexicali”.
Tres intentos de cruzar al norte. Mamá, 3 hermanos y su papá rezan a diario para que Marvin Adonai esté bien; él solamente tiene en mente cruzar Guatemala y México. “Todos me dicen que me regrese, pero la vida allá está difícil. Los que vivimos en el interior del país no estamos bien”, afirma.
Con una gaseosa en mano y un pan, Israel Saravia Jiménez, de 65 años, es otro hondureño que busca reencontrarse con su familia. “Yo tengo a todos mis hijos y esposa en el norte y los extraño mucho. Por eso he decidido migrar a Estados Unidos”, señala.
Con más de 11 años de estar sin su familia, don Israel busca la manera de cruzar el río Suchiate: “Yo estuve viviendo en Maryland, pero Migración me deportó hace 11 años. Este tiempo me estuve dedicando a la agricultura de café, maíz y frijoles”.
Este año decidió viajar otra vez, pero su suerte no ha estado a su favor. “Me quedé en Guatemala por el problema con Migración en México. Tenemos que pedir asilo en Tapachula; para llegar hay que cruzar el río, pero ellos no quieren dar permiso”, lamenta.
“Si no puedo hacer algo, voy a pedir que me deporten; ya no tengo dinero para comer ni dormir. Es muy duro estar lejos de la familia”, indica.