El 16 de enero, alrededor de las 8 de la mañana, esperaba un taxi para recoger mi carro al taller. Observé a las personas estresadas por conseguir un transporte para movilizarse hacia sus empleos. Pasaron 15 minutos y el taxi se detuvo.
Como habitualmente acostumbro, me gusta platicar con las personas y allí surgió este relato. Agustín nombre ficticio, es un taxista con más de 30 años de experiencia y quien se conoce toda la ciudad; pero particularmente ese día no era el mismo. Vi que iba muy distraído y por un momento escuché su voz quebrada y sus ojos llorosos.
Recibió una llamada telefónica y esto fue lo que dijo: “Todavía no he juntado los Q450 para pagar, los del sanatorio ya me aceptaron Q20 mil y el resto lo debo cancelar en 18 pagos. La funeraria me da la oportunidad de hacer pagos”.
En ese momento Agustín lloró. Me sentí raro y a la vez triste. Se limpió los ojos y se disculpó, yo le dije: “No hay porque disculparse”. En ese momento, como cuando alguien necesita que lo escuchen, me contó todo. Su hijo de 7 años había fallecido en un sanatorio privado, a raíz de una infección estomacal que luego se complicó con un neumococo que se le contagió en un hospital público.
Agustín agregó: “Yo decidí trasladar a mi hijo a un sanatorio privado al ver que no mejoraba, en donde la infectóloga hizo las pruebas correspondientes y dijo que lo afectó el neumococo que estaba en los pulmones”.
El recorrido continuó, estábamos parados en el tráfico por lo que había mucho tiempo para compartir. “Solo aguantó 7 días, falleció ayer a las 7 de la noche, no sé qué hacer, me siento devastado, mi esposa está mal”, expresó Agustín. Jorgito nombre ficticio, era un niño con muchas ilusiones, estaba contento por comenzar a estudiar, ya que su mayor sueño era ser arquitecto, agregó.
“Sus útiles y uniformes que conseguimos con tanto esfuerzo se quedaron esperándolo y ahora lo vamos a enterrar con él”, expresó Agustín. La razón de enterrarlo con el uniforme es porque a Jorgito le gustaba mucho estudiar y quería prepararse bien en esta vida. Durante el trayecto, el angustiado padre me comentó que los Q20 mil que había pagado eran todos sus ahorros, el sanatorio llegó a un acuerdo para que cancelara el restante en 18 pagos.
Entonces le pregunté ¿que le hace falta por pagar? “Los Q450 son los gastos de trámites por parte de la funeraria para sacar a mi hijo de la morgue, es lo mas importante ahorita“, dijo Agustín. El servicio total era de Q3 mil 500 más los gastos administrativos, lo cual totalizaba Q3 mil 950. La funeraria para ayudarlo solo le pidió en ese momento Q450.
“La funeraria me dio la oportunidad de pagar los Q3 mil 500 en pagos”, indico Agustín. Por ello, decidió salir a “taxear” un día después de la muerte de su hijo, para juntar antes de las 2 de la tarde los Q450. Casi llegábamos a mi destino, un silencio separaba la tristeza y angustia, lo único que podía hacer era tratar de comprender su situación. Llegué a mi ubicación y conmigo se quedó aquel sentimiento de “impotencia” y desconcierto.
Hay personas que tienen todo y otras que no, sentirte mal no puede ayudar a resolver los problemas, pero sí te ayuda a reflexionar sobre tu vida. ¿Cuántas veces hemos reprochado por no tener ropa de marca, zapatos de moda, el carro del año, la casa más grande, etcétera?
Existen realidades en nuestro país de personas que solamente necesitan esos Q450 para poder velar y despedirse de su hijo para siempre. Y nunca vamos a saber de estas historias, hasta que la vida nos pone en el camino.