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A Fernando Reyes siempre le ha gustado cocinar, elaborar y vender pasteles, desde su niñez lo vio como oportunidad. Vendía postres a sus vecinos (creció en el Barrio de la Recolección) salía a jugar pelota con sus amigos y siempre les ofrecía pasteles a las mamás de ellos. 

Con el tiempo aprendió más técnicas. Una de sus recetas favoritas tanto para él como para la gente es la receta de su abuelita para elaborar un pastel de zanahoria. 

Cuando era niño, cuenta, un pastel podía costar Q2 y eso ya era bien pagado.

Reyes recibió cursos de repostería para perfeccionar sus técnicas. Así que se le ocurrió fundar una panadería, pues en su barrio ya era conocido y le gustaba cocinar.

“Lo que más me gustaba era observar el proceso de mezclar los ingredientes, saber que todos ellos daban como resultado un rico pastel que iba a servir para alegrar a alguien más”.- Fernando Reyes, cocinero

Empezó comprando su primer horno industrial, con el fin de mejorar sus ingresos, la venta fue creciendo y Fernando siendo cada vez más reconocido. 

Él aseguró que siempre viviría en su barrio porque le encantaba y tenía muchos recuerdos, por eso decidió establecer ahí su panadería. 

Los primeros años fueron difíciles, pues tuvo algunas malas experiencias. En una ocasión  estaba cocinando y uno de los tambos de gas explotó, no hubo heridos, pero sí causó susto.

Con los años, Reyes afirmaba muchas veces que sería panadero hasta que el creador lo llamara a su reino, pero su trabajo soñado no iba a durar para siempre.

En 2014, la panadería La Bendición ya tenía 30 años de existir, muchos ya conocían la calidad del pan y sabían la higiene que tenía Fernando en su negocio. Llegaban personas de todas las zonas del país a comprarle. Además, él siempre atendía entusiasmado, con energía para trabajar.

Pero, el 4 de agosto de 2014 la vida del empresario iba a cambiar drásticamente.

“Yo estaba en el mostrador, atendía personas y ya sabía que a varios comercios les habían pedido extorsión, pero yo ingenuamente pensaba que no me iban a pedir a mí, porque llevaba en ese lugar muchos años. De pronto, entró a la panadería un niño de aproximadamente 14 años, puso un celular de esos viejitos encima de unas bolsas negras y me dijo que cuando llamaran tenía que contestar, porque si no me matarían”.- Fernando Reyes

Fernando recibió el celular y a las 3 horas lo llamaron para pedirle Q1 mil semanales, para evitar que lo asesinaran. Estaba temeroso, porque no sabía qué hacer. Entre las instrucciones que le dieron le señalaron que una persona llegaría a recoger el dinero cada miércoles.

“La primera vez que llegaron por el dinero, les di los Q1,000 y todavía se llevaron como Q40 de pan, 2 cartones de huevos y 4 vasos de crema”.- Fernando Reyes

Así llegaban cada semana a llevarse el dinero y productos de la panadería. Reyes sabía que no iba a poder mantener por más tiempo su negocio y con el dolor de su corazón debía cerrar.

Fernando se deprimió, no colocó la denuncia por temor a que algo peor le pasara, pero con eso se fue su sueño y esa panadería que tenía más de 30 años de estar en el Barrio de la Recolección. 

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