Por: Isabella Elizondo
Para María Paulina González, los zapatos más que ser moda son un símbolo de los recuerdos de quien los usa. “Significa caminar, es algo que necesitas para seguir adelante”, explica. Y esta filosofía la llevó a emprender su propio negocio en plena pandemia.
Un año y medio atrás, durante los meses de confinamiento, Paulina hizo limpieza en su closet y encontró un par de zapatos. Para los ojos de su mamá estaban viejos y gastados, pero representan una etapa muy especial en la vida de Paulina. “Los usé en un viaje que hice sola con mi mamá que significó mucho para mí”.
Así que comenzó a pensar cómo podía rescatar el objeto que le traía tan buenas memorias. “Siempre me ha gustado Pinterest y hacer manualidades” asegura. Y gracias a esta inquietud fue que se le ocurrió pintar sus zapatos. Al restaurarlos los publicó en su cuenta de Twitter y le sorprendió la respuesta que obtuvo. “Las personas me escribieron mensajes directos pidiéndome que les hiciera lo mismo”. recuerda.
La demanda la llevó a crear Maga-Kicks, un emprendimiento que responde a los gustos e intereses de María Paulina. Sin embargo, esto representó retos: “Fue difícil crear algo desde cero y hable con diferentes empresas para saber qué pinturas usar”, recuerda. Los primeros zapatos que diseñó con las pinturas adecuadas, no salieron como ella imaginó. “Me quedaron horribles, pero con la práctica mejoré”, asegura emocionada.
Al comienzo, sintió miedo, ya que además de pintar comenzó a hacer publicidad en redes sociales. Le incomodaba hacer videos, pero mostrar su rostro y colocar su nombre en lo que hace es muy importante para ella: “Mis datos respaldan mi trabajo”, asegura. Y fue este compromiso, lo que la motivó a salir de su zona de confort, así como el apoyo de su familia y amigos.
Paulina, no solo se sorprendió del interés de las personas por su trabajo, sino también de la confianza de sus clientes. “Me ha impresionado que me den algo que tiene valor sentimental para transformarlos”, asiente emocionada. Entre sus clientes, se encuentra una mujer que le pidió pintara los zapatos que usó en su boda.
Sin embargo, más que un proyecto esto representó una oportunidad de tener una nueva dirección en su vida. Hace tres años hizo varios cambios: “Me hice responsable, pedí perdón a las personas que lastimé, me enfoqué en mi salud tanto física como mental, en mi creatividad y estudios”, asegura la emprendedora. Bautizó a este cambio como una segunda oportunidad y esto es lo que hace con los zapatos.
“Conecté todo con mi empresa, vi a los objetos como algo que ya no tiene mucho color, pero que podía darles una segunda oportunidad”. Por ello, le apasiona lo que hace, cada par le lleva un proceso diferente y le toma tiempo descubrir un diseño único para cada uno. “Veo mi vida reflejada en mi negocio”, concluye.