La notificación que debían salir al día siguiente les llegó en la tarde, en una reunión de maestros. El director, que también es parte de la Junta Directiva del Sindicato en el Municipio, les avisó sobre la movilización que tendrían hacia la capital y que todos debían asistir, de lo contrario se les descontaría el salario de tres días.
A las tres de la mañana partía el bus desde Cuilco, Huehuetenango hacia la metrópoli. “No hay excusas”, dijo el director.
Elina Velásquez (nombre ficticio), da clases en una remota escuela de dicho municipio, tiene a su cargo dos grados: quinto y sexto primaria. Para poder llegar al establecimiento tiene que salir una hora y media antes, irse la primera parte del camino en un bus y la otra en moto.
“Los niños comparten sus libros, en un grado tengo 15 niños y 7 libros, tengo que ponerlos en pareja para que puedan leer. Son personas de escasos recursos, algunos llegan sin desayunar, otros con sus zapatitos remendados”. Elina Velásquez
El caso de Elina es peculiar, ya que dejó a su bebé de dos meses de nacido, al que aún da de lactar, por miedo a que “le descontaran tres días de trabajo”.
Jairo Pérez (nombre ficticio), a pesar que se graduó de maestro, nunca ha ejercido la profesión, trabaja de mecánico en Quiché y dice que “vino en lugar de su esposa” para que no la despidieran. “Honestamente no sé de qué se trata, mi mujer solo dijo que iban a pasar una lista para firmar y que tenía que quedarme a dormir en el parque”, contó.
“Estamos pidiendo que se cumpla un tercer pacto colectivo, que incluye mejoras al presupuesto para educación, que es un 5 por ciento de reajuste salarial al docente, que se mejore la refacción escolar de Q3 a Q5 por niño, también la valija didáctica y útiles escolares, así como gratuidad escolar”, expresó un docente que no quiso ser identificado.
“Queremos que se llegue al 35 por ciento de ingresos del Estado para la educación y el 7 por ciento del producto interno bruto que está establecido en la Constitución Política de la República de Guatemala”, cuenta un maestro, que prefiere mantener el anonimato, debido a que “les prohibieron dar declaraciones a los medios”.
“Hay que estar conscientes que lo poco que los niños tienen ahora ha sido lucha del magisterio, porque hay muchos que llegan a las escuelas sin desayunar, ni tener un lápiz, un cuaderno si es que lo tienen, llevan su material en una bolsa plástica y llegan a los centros educativos donde los edificios escolares no cumplen con los requisitos mínimos, cuenta un maestro de San Marcos.
Por qué luchan los maestros
Pelean un aumento salarial del 5 por ciento anual a partir de 2018, por tres años.
El nuevo pacto aumenta los días de licencia de maternidad para las docentes, que de 60 pasará a 80.
Bono a fin de año por Q2 mil 500 para todos.
Bono de Q500 a los maestros que cuenten con un título universitario o egresados del Programa Académico de Desarrollo Profesional Docente (Padep).
Aumento de la refacción escolar de Q3 a Q5 por niño.
Mejoramiento de la valija didáctica.
La controversia
“Por un par nos tachan a todos”, dice una profesora de Rabinal, “porque no todos bailamos ni mucho menos nos emborracharnos”.
Los educadores que vinieron, de al menos 14 departamentos, durmieron bajo toldos, tiendas de campaña e improvisados techos hechos con plástico y palos.
La controversia se dio cuando durante la noche, varios maestros escucharon música a todo volumen y bailaron, también algunos ingirieron bebidas alcohólicas. Ante esta situación, el líder magisterial, Joviel Acevedo llegó a la plaza y con palabras soeces les llamó la atención.
“La música es parte de la amplificación del magisterio que estuvo hasta las nueve de la noche y si muchos bailaron será por el mismo ambiente de ser docente. Aunque hay que reconocer que muchos son pagados por los empresarios para hacer el ridículo y culpar al magisterio”, contó un docente.
“Las condiciones que vivimos en el parque es muy crítica, muchos solo nos alimentamos un tiempo, le aumentan el precio a varias cosas, no hay baños al servicio del pueblo, todo se paga. Por la noche, pasamos sin poder dormir por miedo a los mareros”, relató un profesor.
“Permaneceremos aquí hasta que nos atiendan, ya que según el Procurador de los Derechos Humanos ha programado una reunión extraordinaria en el Congreso para el martes, donde se va a discutir el tema. De lo contrario, si no hay solución se tomarán otras medidas como salir a tapar las carreteras y otros medios, en los cuales los empresarios puedan salir afectados”.