Nadie los conoce, ni se hace responsable por ellos, no hay quien vele por su bienestar, algunos de ellos ni siquiera tienen un nombre. Sus compañeros deciden nombrarlos para reconocerlos, pero para el resto son conocidos como XX.
El camino hacia el quinto nivel del hospital es largo, los ascensores no funcionan “ya están viejitos”, dice un usuario. Las rampas son las conexiones entre un nivel y otro, además el lugar de encuentro entre pacientes y doctores que cada vez que se encuentran intercambian un saludo.
En la cama 21 está “Joaquín” como le conocen en el hospital, aunque ese no es su nombre real, llegó al centro asistencial hace dos meses cuando una patrulla de la PNC lo encontró en una de las calles de zona 1. Su estado de salud es estable, aunque no puede recordar nada. El Renap tomó sus huellas digitales para conocer su identidad, pero no lograron encontrarla.
A las preguntas que el trabajador social hace a Joaquín apenas responde, su vecino de cama dice que “tenía un puesto en el mercado La Terminal”, pero nada más, ningún familiar se ha presentado a buscarlo, nadie pregunta por él.
En otro nivel, en la cama 22 de urología está José Francisco Duarte, quien ha estado internado en más de una ocasión. Debido a una gangrena tiene amputada la pierna izquierda, es un hombre sonriente que parece recordar todo con claridad “mi familia está en Estados Unidos, pero ni se acuerdan de mí”, cuenta.
José tenía un puesto de verduras en el mercado La Presidenta, pagaba una pensión de Q20 la noche y ese era su hogar, no tenía nada más. Él fue referido por los bomberos ya que por la condición en que se encuentra necesita apoyo, no puede valerse por sí mismo. “No tenemos ningún dato de sus familiares y las personas del mercado son solo amigos”, dice Ninnette Hernández, trabajadora social del hospital. Fue reconocido por su huella dactilar y sus registros en el Renap.
La cama 13, de traumatología, también guarda otra historia. Esta persona no tiene nombre en su ficha médica, aparece como XX, no habla, ingresó por una fractura, nadie ha venido por él ni lo han reconocido y no aparece registrado en el Renap.
“Él es un caso especial, ya que ha permanecido en el hospital desde el 5 de noviembre de 2016, lo encontraron sobre el periférico. Ya hemos solicitado a diversas instituciones para que lo puedan recibir pero no han querido”.
Durante dicho periodo de tiempo ha permanecido en soledad, no habla con nadie y le han detectado esquizofrenia.
Se registran alrededor de 20 casos al año en el Hospital General San Juan de Dios, donde las autoridades lamentan que los pacientes sean dejados en ese lugar y que nadie regrese para llevárselos, pues en la mayoría son adultos mayores.
Estudios efectuados dan cuenta que por cada paciente, en situación de abandono, se invertía más de Q1 mil 500 diarios. A la fecha, esa suma ha aumentado de manera considerable.
El Hospital General San Juan de Dios pone a disposición el teléfono 23219191, extensiones 6043 y 6501 para dar información sobre esos pacientes.
El estado de los pacientes preocupa más de forma emocional, viven en la soledad y la incertidumbre. Pero sobre todo con la esperanza de que alguien llegue por ellos y los saque del que hasta ahora, ha sido su hogar.