La pandemia del COVID-19 cambió la indumentaria diaria de las personas en todo el mundo. Tan indispensable como un par de zapatos, un pantalón o una camisa, la mascarilla es parte esencial de la ropa para salir a espacios con personas. Por otro lado, los guantes han servido para los médicos que luchan contra el virus, también para aquellos que deben manejar materiales delicados o posiblemente contaminados con algo del virus.
Pero, ¿qué sucede con los millones de elementos de mascarillas y guantes que ya no son utilizados, están defectuosos, de un solo uso, se deterioran o simplemente ya no son lo suficientemente higiénicos para reusar? Terminan dentro de los desechos.
Sin embargo, aquellas mascarillas o guantes que terminan en el suelo se convierten en artículos peligrosos para aquellos que deberán levantarlo. Bajo el riesgo de contagiarse, siempre existe una persona dedicada a la limpieza que deberá recogerlo y colocarlo en un lugar apropiado para desecharlo.
Por otro lado, el mal manejo de los desechos, también podría provocar una crisis ambiental en corto y mediano plazo. Por ejemplo, en el caso de una mascarilla hecha de polipropileno, compuesto plástico que se produce por la derivación del petróleo, tarda más de 400 años para degradarse. El problema es lo que tarda este en descomponerse, nada menos que 400 años. Por otro lado, ciertos malos manejos pueden propiciar que estos terminen en los ríos, lagos y océanos, que pueden poner en peligro a la vida marina.
De acuerdo con el Artículo 68 del Código Municipal, la recolección, tratamiento y disposición final de los residuos y desechos comunes es competencia municipal.
En el caso de los guantes, su tiempo de degradación también genera preocupación. Más de 30 años serían necesarios para que este artículo creado de látex de vinilo pueda desaparecer. Sin embargo, al ser esencial su uso como el de la mascarilla, su producción se ha incrementado desde el inicio de la pandemia.
Ambos artículos no son reciclables y varios tipos de mascarillas pueden ser reusables, pero solo extienden su uso tras 30 a 35 lavadas, por lo que también requieren ser desechadas y continúan con la contaminación del medioambiente. Este incremento de producción también es estimado en más de 8 millones de toneladas de plástico que terminarían en el océano al finalizar este 2020.