Los chicleros de los buses aterrorizan a los pasajeros
Se suben al bus y los pasajeros tiemblan.
Las frases con las que entran suelen ser a veces intimidantes.
“Si me da Q1 no me hace rico, ni usted se queda pobre” o “ayer salimos de la cárcel y no queremos hacerle daño a nadie” y ponen en las manos de las personas una galleta o un dulce obligándolos a comprar.
La gente tiene miedo.
El terror comienza desde el Trébol donde un grupo de hombres y unas pocas mujeres, se dividen el trabajo de los buses donde van a subirse.
Hombres y mujeres tiemblan al verlos aparecer.
Temerosos esconden sus billeteras, celulares, relojes o cualquier prenda de valor, porque aseguran que, aunque en la mayoría de veces no los asaltan, si los controlan dónde se bajan para posteriormente robarles.
Les dicen los chicleros del Trébol. Cuando se suben a los buses urbanos o extraurbanos la gente sabe que si no les compran van a recibir insultos o amenazas.
Incluso del trayecto de ese punto a Mixco llegan a pedir Q5 por persona.
Es una extorsión solapada asegura un piloto de bus quien pidió no ser identificado. Él observa desde el retrovisor cómo ponen la galleta o el dulce en la mano de la persona desde el principio de los asientos hasta el final.
Incluso hubo un pasajero que solo del Trébol para San Lucas contó 8 personas que se subieron y obligaron a los pasajeros a comprar galletas, dijo que gastó Q35 en ese trayecto.
Para quienes deben subir a un transporte público todos los días, dicen que es el momento más incómodo porque no saben si los van a asaltar.
Los chicleros o dulceros les dicen a los pasajeros que se ganan la vida vendiendo dulces, pero les advierten si prefieren verlos con una pistola para quitarles sus pertenencias.
“Dios da al dador alegre”, ustedes porque tienen un trabajo y prestaciones, concluyen con su discurso, mientras van de asiento en asiento recogiendo el dinero del producto que obligadamente compraron los pasajeros.
Foto: Reportero Gráfico