“Ya lo evaluamos, cuando se den las condiciones adecuadas nosotros posiblemente vamos a volver con más fuerza”.
El lugar emblemático abrió sus puertas en marzo del año en que Guatemala firmó los acuerdos de paz. “Son casi 25 años desde nuestra apertura. Iniciamos el proyecto porque estábamos conscientes que en Guatemala no existía un sitio donde las personas pudieran reunirse tranquilamente”, comenta Mayra Jiménez, propietaria de Las Cien Puertas.
“La gente estaba regresando del exilio, al igual que nosotros de México. El lugar tenía como propósito darle un aspecto distinto y de buena comida a las personas”, menciona Jiménez.
La cocina fue la principal motivación para que Mayra Jiménez y su familia emprendieran un sueño que con el paso del tiempo se convertiría en un sitio emblemático de Guatemala. “A mí me gusta la cocina, fue la principal motivación para abrirlo, pero la gente le dio vuelta al proyecto y Las Cien Puertas se hizo muy al estilo de las personas”.
“Queríamos un espacio donde la gente pudiera platicar y comer rico”.
Las Cien Puertas se ubicaba dentro del Pasaje Aycinena y su nombre surgió por La Tia -personaje muy querido por los miles de clientes que visitaron el lugar- en honor a Miguel Ángel Asturias, quien menciona dicho espacio en su obra literaria El señor Presidente.
“Nosotros creemos que vamos a dejar una huella positiva, nos mantuvimos y sostuvimos con la finalidad de esperar el tiempo cuando abriríamos”.
Desde pintores, fotógrafos, artistas nacionales e internacionales hasta algunos políticos pasaron por las inigualables mesas, las cuales tienen nombres.
Siempre hubo cordialidad entre los clientes, muchos de ellos se convirtieron en amigos.
“Nosotros siempre abríamos, la única vez que cerramos fue para apoyar el paro nacional y fuimos los únicos en el pasaje que cerramos”.
Son cientos de recuerdos y personajes que con su peculiaridad fueron haciendo del plato estelar -lentejas con pan con ajo- de ellos, cada plática y sonrisa.
“Se hizo una buena relación entre las personas que nos visitaban, a partir de ello surgieron muchas amistades”. “Aprendimos de cada una de ellas”.
La gente se fue con muchos consejos de La Tía, a quien le gustaba platicar con todos.
Cada rincón del lugar tenía una historia. “Judas era un niño en condición de calle, quien nos pedía comida. Un día llegó con una persona con rastas y pantalones típicos, no se le miraba buena planta”. “Al otro día regresó la misma persona a agradecer, ya que venía de Panajachel sin dinero. Todos los días llegaba, hasta me dijo que pintaba las mesas a cambio de panes con jamón y Coca Cola”.
Pasaron los meses, jamón, Coca-Cola y el acrílico, fueron el inicio de una amistad duradera. “En algún momento me enteré que este muchacho era famoso, era Giovanni Pinzón, de Bohemia Suburbana”. “Entre nosotros nació una amistad muy bonita”.
“Yo no sabía que él era un ícono del rock nacional”.
Cada vez era más conocido Las Cien Puertas. Incluso artistas de otro país llegaron a conocerlo. “Al siguiente año, Giovanni llegó con otro grupo, que eran mexicanos, quienes querían dejar un recuerdo en la pared para la chapina banda de Las Cien Puertas, que escribieron un abrazo de Café Tacvba”.
Alfonso Portillo llegó cuando era presidente. La Tía me llamó y dijo que se le atendió como a cualquier persona.
Hoy, todas estas historias quedarán guardadas entre las voces y risas atrapadas en el pasaje. Las Cien Puertas es de los guatemaltecos y eso nadie lo olvidará.
“Nosotros no solo somos un bar”.
“La gente que venía del extranjero nos regalaba su música y nosotros la reproducíamos en el lugar”. “Estamos conscientes con mi familia de que vivimos en un país donde la vida no vale nada y existe un desorden que no tenemos la garantía que salgamos con vida del COVID-19”.
“No queremos ser irresponsables de exponer a la gente de que se contagie. A nuestra forma de ver, la crisis se está manejando de forma irresponsable, creemos que el país es de alto riesgo de contagio para las personas”.
Un negocio que no se puede sostener más. “Los gastos seguían corriendo desde que cerramos el 13 de marzo. Actualmente, no tenemos un ingreso para sostener nuestro negocio”.
Ahorita sería una irresponsabilidad de nuestra parte exponer a las personas.
La pandemia es solamente una prueba para la familia Arreaga, que saben que más allá de los problemas económicos existen personas que los estarán esperando con los brazos abiertos. “Pensamos a futuro reabrir. Pensamos que Las Cien puertas no debe morir porque la gente no quiere”. “Ya lo evaluamos, cuando se den las condiciones adecuadas nosotros posiblemente vamos a volver con más fuerza”, finaliza Jiménez.