El año pasado, el desempleo abierto alcanzó en el primer semestre el 2.8 por ciento en comparación de 2017, con el 2.3 por ciento, según el ENEI 1-2018. Esto se ve reflejado tanto en la capital como en los departamentos. La falta de oportunidad para acceder a un trabajo en el interior es muy escasa, por lo que la mayoría de personas que viven en los departamentos se dirigen a la capital para poder estudiar y trabajar, pero no todos logran optar a un buen puesto laboral.
Esta crisis ha llevado a separar a cientos de familias, quienes dejan sus hogares para irse a la ciudad. La historia de Ester, Katty y Marcela, es un claro ejemplo de la realidad en que vive la mayoría de guatemaltecos en el interior. Estas tres madres luchan día a día ante malos tratos y la tristeza de no tener a sus hijos con ellas.
Un viaje de 96 kilómetros
Ester es madre de tres hijos. Ella y su esposo, por falta de oportunidades en Jalapa, tuvieron que irse a la capital para poder trabajar y darles a sus descendientes, estudios, abrigo y alimento. Cada quince días, la pareja de esposos viaja 96 kilómetros para poder ver a sus pequeños. Ella labora en una casa y él, en una empresa de seguridad privada.
Ha sido una difícil decisión, pero la realidad es que no hay trabajo en el departamento y para que nuestros hijos estén bien, debemos sacrificarnos”, dijo Ester.
Madre e hija separadas
Katty tiene 19 años y quedó embarazada hace dos. En Cobán, donde ella vive, se le ha dificultado encontrar un empleo digno, por lo que las necesidades y ser madre soltera la llevaron a migrar hacia la ciudad para trabajar en varias casas. Su pequeña, de 2 años, se ha enfermado constantemente, y los doctores solo le han dicho que es por la tristeza de no tener a su mamá a su lado.
Mi mamá cuida de mi hija. Allá se me dificulta porque no es tan fácil conseguir trabajo y a mí, por ser tan joven y con una hija, me cuesta mucho. Tengo que hacer un sacrificio por ella; no gano mucho, pero sí lo necesario. Se me enferma, pero trato de llamarla todos los días por teléfono; ella ya platica conmigo, aunque a su manera”, indicó Karina.
Mil quinientos quetzales para sobrevivir
Marcela es madre soltera y hace 12 años tuvo a su hija, Sofía. Tuvo que viajar a la capital porque en la aldea en la que vivía, en Quiché, no le alcanzaba el dinero para darle estudios a su pequeña. Desde hace tres años se ha perdido la etapa de crecimiento de Sofía.
Gano Q1,500, y la verdad es que ese dinero en la capital no es nada, aunque en donde yo vivo es un montón. No viajo tan seguido por la distancia, ya que me lleva casi 17 horas de camino y por lo mismo prefiero quedarme en casa. Una de las ventajas es que no pago vivienda o comida, pero me toca trabajar de lunes a domingo, casi. Todo esto lo hago por Sofía, para que ella pueda estudiar y tener mejores oportunidades que yo”, expresó Marcela.