Para los estándares actuales Cecilia es una emprendedora, luchadora, madre, esposa, artista y soñadora. De abogada a visitadora médica, de madre a paciente y luego a sobreviviente. Sus trazos cuentan una historia que pocos conocen y quienes la sabemos, no podemos más que maravillarnos de la artista que contra todo, vive cada día el sueño de su vida. Esta es Cecilia de Sosa, la dama de los “caracoles”.
Se graduó como abogada, pero la vida la llevaría por un camino que jamás imaginó posible. “Desde niña, se me dijo que de artista me iba a morir de hambre y deje mi sueño por un lado”, recuerda. Pero una carrera en derecho, que poco o nada practicó, y ocho años trabajando como visitadora médica la prepararon para lo que vendría.
Durante varios años, Cecilia tuvo síntomas de que algo no estaba bien y una visita al neurólogo lo confirmó. “Me diagnosticaron Esclerosis Múltiple y me dijeron que debía comenzar un tratamiento con 20 semanas de embarazo, pero yo quería darle de mamar a mi niña. Con mucha insistencia, logró que el doctor le diera permiso seis meses antes de comenzarlo, cuenta llena de felicidad.
La pandemia la dejó sin trabajo y fue así como empezó a buscar alternativas. Mientras esperaba por esa señal, Cecilia comenzó a pintar acuarelas para el cuarto de su hija. Y con la magia de las redes sociales muchos amigos vieron su trabajo y le pidieron que hiciera obras para la sala. Pero las obras de Cecilia aún eran un hobbie, pues no eran suficientes para ayudar a la economía familiar. Para septiembre, la situación se torno más seria y fue su esposo Carlos Enrique, quien le sugirió que comenzara a buscar trabajo. “Mire las cosas, al día siguiente cuando iba a buscar trabajo, me rompí el pie y volví a la pintura” asegura. Fue entonces que comenzó a experimentar con la técnica de acrílico fluido, pero algo le decía que la obra no estaba completa.
“Sentía que le hacía falta algo, pero no sabía qué era”, Cecilia de Sosa.
Fue entonces que recordó la forma en que pasaba las horas en las salas de espera de los médicos a los que les llevaba medicamentos. “Eran a veces esperas de hasta tres horas para que el doctor pudiese atenderme y allí comencé”, relata con una sonrisa. El tiempo de espera se lleno con un cuaderno y los ahora llamados caracoles, una especie de espirales que acompañaron a su primera serie, la cual llamó “Contracorriente”.
La serie gusto mucho, las visitas de Cecilia a galerías y clientes, comenzaron a ser efectivas. Hoy con más de 80 piezas vendidas en Guatemala y Panamá, Cecilia alcanzó su sueño. Y hasta se podría decir que lo supero, pues en un año y medio, su visión del arte está expuesta en la Expo Dubái 2020. Con la EM controlada, una bella hija, un esposo que la apoya en todo y las ganas de robarle a la vida hasta el último suspiro, Cecilia nos recuerda que siempre hay algo por lo que estar agradecido.