Gracias a un decreto promulgado durante el gobierno de Justo Rufino Barrios, la Biblioteca Nacional abrió sus puertas en octubre de 1879.
Desde sus inicios, ocupó distintos inmuebles. Al principio, se ubicó en la sede de la Sociedad Económica, pero con los terremotos fue trasladada a la Avenida Simeón Cañas, en la zona 2.
En septiembre de 1957, se inauguró con gran alegría el edificio donde actualmente se encuentra ese gran tesoro que resguarda las páginas de nuestra historia y del mundo.
“Es un lugar hermoso, que no muchos conocen ni quieren conocer, especialmente los jóvenes”, comentó Édgar Hernández, estudiante de bachillerato y quien disfruta pasar sus tardes en dicho recinto.
Adquirió el nombre de Biblioteca Nacional Luis Cardoza y Aragón en 1993, como un homenaje al ensayista y escritor guatemalteco, considerado como de los mejores del siglo XX.
Ha tenido muchos directores, pero destacan el poeta cubano José Joaquín Palma, mejor conocido por ser el autor de la letra del himno nacional de Guatemala, y el escritor Rafael Arévalo Martínez.
“Mi papá me traía de pequeño a leer aquí. Aunque no hablábamos, fueron tiempos donde conectábamos de una forma inolvidable. Ahora ya no está, pero mantengo esa herencia de pasar las tardes leyendo”, dijo Efraín Díaz, un lector que visita el lugar regularmente.
A pesar de la riqueza literaria, histórica y cultural que este sitio guarda, es un lugar desconocido por muchos guatemaltecos.
En todo el país hay 366 bibliotecas y centros de documentación, según datos de 2017 del Instituto Nacional de Estadística (INE).
En sus ocho salas alberga más de 335 mil libros para que los usuarios puedan consultar. Cuenta con visitas guiadas, servicio de internet, préstamo interno, fondo antiguo con libros como biblias políglotas, sala nacional, infantil y braille, entre otros servicios.
Incluso, se realizan exposiciones artísticas itinerantes en el lobby principal, y muestras de películas infantiles para que los más pequeños puedan disfrutar de la lectura.
“Es raro, pero a mis niños les gusta venir a leer. La sala infantil es muy colorida y les agrada mucho jugar con los libros interactivos”, contó Lisseth Castillo, quien tiene la costumbre de visitar en familia la biblioteca.
Trabajadores de ese lugar cultural comentaron que quienes más los visitan son personas mayores y estudiantes, ya que muchos maestros están inculcando en sus alumnos la costumbre de investigar “como se hacía antes”, sin usar el internet. Además, muchos grupos de turistas nacionales e internacionales aprovechan su visita a la ciudad para conocer el lugar.
“La primera vez que vine nos trajeron por parte del colegio. Me sentí raro porque era de los pocos que estaba emocionado con la excursión”, señaló Hernández.
Durante 2017, todas las bibliotecas y centros de documentación en el país recibieron 1 millón 63 mil 993 usuarios, según el INE.
Además de ser un santuario del conocimiento, la biblioteca tiene muchos datos curiosos que no todos conocen.
Los relieves de la fachada del edificio fueron hechos por Efraín Recinos. En la entrada, se pueden apreciar murales mayas pintados por el artista Antonio Tejada.
En el mismo edificio también se encuentra la Hemeroteca Nacional, en donde el usuario puede hallar todas las publicaciones periódicas de Guatemala. Este es uno de sus principales atractivos.
Para los amantes de la lectura como Díaz, el segundo nivel era de sus lugares favoritos: “Me gustaba mucho ir a buscar las noticias del día en que cada miembro de mi familia nació. Así pasé horas de mi juventud”.
A pesar de lo que se cree, Sergio Robles, coordinador general de las salas, explicó que el edificio es el adecuado para una biblioteca.
Todas las salas cuentan con reguladores de temperatura, mientras que el edificio está construido con materiales incombustibles para reducir las posibilidades de un incendio.
Además, cuenta con un moderno sistema de tuberías y bocas para mangueras, que hasta la fecha es poco común en la arquitectura guatemalteca. Este se diseñó con el objetivo de facilitar y lograr con rapidez el sofocamiento de un posible incendio.
“A pesar del ruido y el desorden que hay afuera, al entrar acá uno siente paz y silencio. Eso no se encuentra en cualquier lugar de la ciudad”, afirmó Hernández.
Aunque no cuenta con parqueo propio, es fácil encontrar parqueos públicos en los alrededores. También se puede llegar fácilmente en Transmetro, ya que frente a la biblioteca se encuentra la estación del Parque Centenario.
Puedes visitarla en la 5a. avenida 7-26, zona 1 de la Ciudad de Guatemala. De lunes a viernes, de 9:00 a 17:00 horas, de forma gratuita.
Fotos: Elena Gaytán, Biblioteca Nacional Luis Cardoza y Aragón.