En el mundo, los sistemas carcelarios tienen la función de transformar a los reclusos para luego poder reinsertarlos en la sociedad. Pero en Guatemala, muchos de los que entran al sistema se convierten en peores delincuentes o encuentran algo más.
En las 20 prisiones del Sistema Penitenciario (SP) los hay de todo: mareros, narcotraficantes, empresarios, políticos, rateritos de barrios y hasta padres de familia que se han negado a pagar la manutención de sus hijos. Suman ya más de 23 mil residentes y durante su encierro, algunos se deprimen y mueren, enloquecen, se hacen más fuertes o encuentran lo que menos buscaban.
Hay casos insólitos, como la cárcel de San Francisco Gotero, en El Salvador, donde jóvenes tatuados que alguna vez formaron parte de las filas de organizaciones criminales se transforman. Allí, en el departamento de Morazán, miembros de las maras Salvatrucha, 18-Sureño y los 18 Revolucionarios encontraron lo que menos buscaban: a Jesús, el salvador del mundo.
En Guatemala, en cambio, no son solo los criminales de pocamonta los que se transforman en las cárceles. Acá es otro tipo de delincuente: uno que luce zapatos caros y trajes de diseñador; al que le fuera confiado un cargo público y el manejo de millones de los impuestos de los guatemaltecos y que luego de tomar posesión cambió la misión por la visión de una vida de lujos y excesos.
Este tipo de criminal, el de cuello blanco y manos sucias, asegura que el encierro lo ha llevado vivir una experiencia que trasciende el encierro en que permanece.
Los dos Patriotas que hablan con Dios
El primero de los colaboradores del exmandatario Otto Pérez Molina, en conocer a Jesús durante su estadía en la prisión y hacerlo público fue Juan de Dios Rodríguez. El expresidente de la Junta Directiva del IGSS fue sentenciado a seis años de cárcel, por el cobro de comisiones en el contrato de Q116 millones con la empresa Pisa, para tratamientos de personas con problemas renales.
El abogado defensor es Jesucristo y el fiscal acusador es Satanás”. Juan de Dios Rodríguez.
Fue así como el militar daba a conocer al mundo que su vida había cambiado. Hoy, dentro de la cárcel del Mariscal Zavala, Rodríguez es pastor y dirige la pequeña iglesia. Pero el ex especialista en inteligencia del Ejército, convertido en financista del Partido Patriota y luego presidente del IGSS, también fue acusado de formar una red dedicada a recaudar fondos para comprarle regalos al exgobernante Pérez Molina, conocido como el caso de “La Coperacha”.
Este es un juicio llevado por hombres y el hombre por naturaleza es injusto”. Juan de Dios Rodríguez.
Otra de las recién convertidas es la menos aguerrida, pero visiblemente más deteriorada, Ingrid Roxana Baldetti. Condenada a 15 años de prisión por la estafa en la compra de un tratamiento para el agua del Lago de Amatitlán; además, es señalada de conformar la red criminal conocida como “La Línea”, dedicada al saqueo de fondos públicos y cobros de coimas.
Luego de tres años y de estar detenida, la ex vicepresidenta también dio a conocer cómo tuvo su momento con el Señor, mismo que comenzó antes de ser llevada a prisión y que con el encierro se ha vuelto más profundo.
Cuando estaba en el Centro Médico, una noche… Me hinqué y le dije a Dios, y Él me dijo: tiene tiempo para irse, tiene el pasaporte”. Roxana Baldetti
Sin embargo, en su última aparición pública, el pasado 10 de abril, para la audiencia del caso “La Línea”, no fue Jesús el que dio de qué hablar. Fueron sus Channel Cap-Toe Knot de US$495 los que se robaron los comentarios. Desmejorada, con el rostro abultado, la mirada cansada y achaques, Baldetti dejó en claro que, junto a su relación con Jesús, lo suyo también es el lujo.
Ya sea por convicción o necesidad, encontrar en la cárcel una razón para seguir adelante es algo esencial. Ya sea en la forma de una tribuna para alabar a Dios, o unos Channel para asistir a su próxima audiencia. Como dijo Martín Lutero: “La verdadera humildad no sabe que es humilde; si lo supiera, estaría orgullosa de la contemplación de tan fina virtud”.