La abarrotada sala es el último lugar donde los cuerpos llegan a buscar una gota de esperanza. Allí familiares, amigos y pacientes esperan, rezan a un poder superior y repasan sus vidas.
“¿Qué pude haber hecho diferente?”, “¿por qué a mí?”, ¿sería del lado de mi madre o mi padre que heredé esta condición?”. Pero, la razón no da cuenta, el tiempo avanza y la enfermedad se apodera de órganos y pensamientos.
INCAN
En las instalaciones del Instituto Nacional de Cancerología, en zona 11, está la última esperanza de miles que quieren enfrentarse al monstruo que te come desde adentro. Las colas, el calor, el frío, el hambre, la falta de sueño bien se compensan con una oportunidad.
Llegan de lejos. Izabal, Huehuetenango, Totonicapán, ningún lugar es retirado si lo que se quiere es el acceso a un tratamiento para combatir el cáncer.
INCAN, el acrónimo de esperanza para salvar la vida de un ser querido o la propia, INCAN, cinco letras llenas de esperanza.
Pero, hoy la Junta Directiva de la Liga Nacional contra el Cáncer, ha puesto en jaque a los miles de usuarios del servicio. Desde su fundación en 1952, la “Liga” ha desempeñado una importante labor social para el combate del cáncer en nuestro país.
Médicos especialistas han donado su tiempo y conocimientos para atender a los menos favorecidos. Precios bajos en tratamientos, exámenes y equipo siempre han sido la visión de la institución.
Hoy, las denuncias por nepotismo, mal manejo de recursos y contrataciones sobrevaloradas han dejado al descubierto el oscuro secreto de “La Liga”.
Cada año, más de 3 mil 500 casos se detectan, en las 121 camas de atención del INCAN. Diariamente, decenas de personas llegan a buscar un diagnóstico y mientras todo ocurre, la dirigencia del INCAN se cae a pedazos.
Corrupción en el INCAN
Walter Guerra, vocero de la asamblea de médicos, ha puesto el grito en el cielo. “Las anomalías en el INCAN van en dos vías, administrativas y operativas”.
Estas, asegura, han venido en detrimento del servicio que se les presta a los pacientes. “Se han perdido el sentido y las razones para este loable trabajo”.
Según Guerra, la actual Junta Directiva ha perdido el rumbo. Se está contratando personal por compadrazgo y no por capacidad.
“Amigos de los directores ocupan puestos, para los cuales no están calificados o no tienen el expertise necesario”.
También asegura que el servicio se ha vuelto más restrictivo. “Nuestra misión debe ser atender al mayor número de personas, no dejarlas a su suerte”.
Y esto se refleja en el incremento de los costos de tratamientos, exámenes y servicios. “Por ejemplo, antes los exámenes costaban Q75, hoy sin ninguna razón lógica han llegado a Q450”.
Las tomografías que se realizan en el INCAN están dentro de las más caras del país, comparables con las de los hospitales privados. Una radioterapia puede llegar a costar hasta Q20 mil, un precio que no tienen razón de ser, pues antes costaba Q4 mil, asegura Guerra.
Mónica Aguilar, encargada de costos del INCAN, asegura que las radioterapias en 2D cuestan Q16 mil 125, las de 3D, un costo de Q17 mil 425, en ambos casos son 25 sesiones por paciente.
Menos pacientes en el INCAN
Así las cosas, sostiene Guerra, el servicio ha sido afectado gravemente. “Una tercera parte de las personas que llegan a INCAN, no inicia el tratamiento por lo caro que es”.
Otra parte, hace un esfuerzo por hacerle frente al costo, pero desgraciadamente abandona el proceso por falta de recursos. Y “la última parte logra cubrir sus gastos y sale adelante, esto nos dice que es posible tratar la enfermedad, pero el dinero es lo que decide”.
De todos los señalamientos de Guerra hay constancia en la Procuraduría de los Derechos Humanos, pero “nadie ha hecho nada”. Es por eso que la asamblea de médicos hoy pide la destitución de todos los miembros de la directiva y que se conforme una nueva.
Mientras tanto, los pacientes que a diario se atienden en el INCAN, no dejan la esperanza y madrugan, pasan hambre, desvelo y hasta se exponen a ser asaltados. Todo por un tratamiento que esperan poder pagar para no ir a morir a sus casas.
Vicky de Falla, presidenta de la Liga Nacional contra el Cáncer, desconoce las acusaciones de Guerra, pero asegura que se ha contratado gente capaz y con calidad. Respecto de los costos, asegura que es mentira. “Se subieron los precios, pero comparadas con otros lados sigue siendo más barato”.