Iba a dejar a su hijo y en segundos fue secuestrado imagen

Raúl fue secuestrado cuando dejaba a su hijo por el Periférico. Hoy cuenta su historia de cómo es vivir un secuestro exprés.

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Dejó a su hijo en una casa en la colonia Granai Townson dos. Minutos después fue secuestrado. Raúl, hoy es sobreviviente de un secuestro exprés.  

Eran las 12:30 horas, cuando Raúl y su hijo Carlos se encontraban en un restaurante de comida rápida sobre la Calzada Roosevelt.

Carlos recibió la llamada de su amigo, quien le dijo: “Ya puedes venir, así que nos dirigimos junto a mi papá a la colonia Granai Townson”. El plan era solo que mi padre me esperara enfrente de la casa porque no me tardaría mucho”, relata Carlos. 

Ambos platicábamos para los planes de los próximos días. “Íbamos sobre el Periférico buscando la dirección y nos perdimos. Tres veces pasamos por el mismo lugar y no encontrábamos la casa”, dice Carlos. 

Es una residencia con muchas flores, le mencionó su amigo, dándole las instrucciones para ubicar la dirección. “Al fin llegamos, el domicilio estaba enfrente de una gasolinera Puma. Bajé del carro y mi papá me dijo que se quedaría enfrente”.

Después de diez minutos, Carlos salió y Raúl no se encontraba. Abrí la puerta y mi papá no estaba, supuse que se fue al centro comercial Miraflores a realizar un mandado, que haríamos después”.

Los minutos transcurrían, el viento característico de noviembre soplaba fuerte y Raúl no daba señales de dónde estaba. “Lo llamé varias veces, no me contestaba, entonces presentí que algo no andaba bien”.

Una hora y media después, aún no había rastros de su papá. ¿Dónde está? ¿Por qué no contesta?, eran las preguntas de Carlos. “No estaba tranquilo, sabía que a mi papá le había pasado algo. Llamé a mi mamá para saber de él, pero tampoco se podía comunicar”.

Un presentimiento anunció lo que jamás se imaginó. “Contesté, era mi mamá llorando, quien dijo que a mi papá lo secuestraron. Le avisé a algunos amigos de él”. “Mi padre se había comunicado con mi madre y le dijo dónde estaba”.

“Solo quería verlo y abrazarlo”.

Carlos acompañado de un amigo de su papá se dirigieron hacia donde se encontraba Raúl, sin saber si estaba lastimado. “Sentía que mi papá se iba a morir, en ese momento tenía muchos sentimientos encontrados, solo quería ir a buscarlo”.

A Raúl lo dejaron cerca de una avícola, sobre la carretera hacia Milpas Altas. “Cuándo llegué, solamente estaba una patrulla, pero no mi papá, otro amigo llegó antes y lo acompañó a poner las denuncias correspondientes”.

¿Qué paso?, ¿Raúl está bien? Las llamadas no dejaban de sonar. “Todo sucedió en menos de 10 segundos, cuando sentí ya tenía a tres hombres apuntándome con una pistola en mi cabeza”, relata Raúl

“Lo único que le pedía a Dios era que Carlos no saliera de la casa”.

Sin poder hacer nada, la pesadilla más angustiante de su vida se había presentado. “Lo primero que les dije fue que respetaran mi vida, uno de ellos me contestó que entonces respetara su trabajo”. “En esos momentos tu vida depende de ellos”, dice Raúl.

“Estaba a dos meses para terminar de pagar mi carro”.

Un hombre manejaba su carro, uno de copiloto, otro atrás con él apuntándole en la cabeza y un segundo vehículo los seguía, se dirigieron rumbo a zona 12 y la Aguilar Batres. “El que estaba atrás quería matarme, me golpeó con la cacha, pero uno de sus colegas le dijo que se calmara que hoy nadie moría si yo cooperaba”. “Me pidieron que cerrara los ojos, pero por ratos los abría para ver dónde íbamos”.

Amenazas, insultos e incluso golpes duraron durante todo el secuestro. “En un momento paramos en un autobanco para sacar Q5 mil, luego, en otra agencia me obligaron con Q2 mil y en otro trataron con Q5 mil, pero ya no les dio tiempo”.

Preguntaron por su familia, a qué se dedicaba y lo despojaron de sus pertenencias. “Registraron todo mi carro, me quitaron el reloj y celular que compré días antes. En esos momentos solamente quieres salvarte para abrazar a los tuyos”.

Una hora y media duró su pesadilla, que para Raúl fue una eternidad. “En mi mente aparecían las caras de toda mi familia. Sabía que podía morir, el chavo que estaba a la par mía tenía ganas de jalar el gatillo”. “Luego, me metieron en un lugar de terracería, dijeron que me perdonaba la vida y que no viera atrás. Escuché cómo se llevaron mi carro”.

Desconsolado, con el dolor de los golpes y asustado, no encontraba una salida de esta pesadilla. “Corrí desesperado y una señora me tranquilizó, me prestó su celular para llamar a mi esposa”. “Preguntándole dónde me encontraba me mencionó que sobre la carretera de Milpas Altas. También, me dijeron que en ese lugar era normal ver cómo dejaban a las personas después de un secuestro”.

La pesadilla lo continuaría acechando mucho tiempo después. “Perdí mi Mazda de agencia, casi pierdo la vida. Sentir la muerte cerca, te recuerda que en cuestión de segundos la puedes perder. No le deseo esto a nadie”. “Psicológicamente uno queda mal, a mí me costó consolidar el sueño y continuar con mi existencia, había momentos que sentía que otra vez me iba a suceder lo mismo”, indica Raúl. 

Noviembre de 2011, una fecha que jamás olvidarán. “Agradezco a la vida por haberme dejado a mi papá, después de vivir eso, disfruto más cada momento”, dice Carlos. 

Hoy, Raúl continúa con su vida, dejando atrás esa pesadilla.“Me costó mucho tiempo hablar de esto, pero quiero compartirles que las cosas materiales no valen más que la vida”. “Cuando anden en la calle hay que estar atentos y no distraerse por nada, observen su entorno”, comenta Raúl.

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