Registró su primer caso de coronavirus el 29 de febrero y para el 13 de marzo ya tenía 23 casos confirmados. Ese mismo mes, marzo, las noticias de fallecidos en las calles y casas inundaban las redes sociales. En total, el infame período de 30 días había dejado a Ecuador con 7 mil 726 muertos. Pero, algo cambió, Ecuador dejó de ser, en mayo el referente latinoamericano de cómo “NO” se debe tratar esta pandemia y la provincia de Guayaquil el modelo a seguir.
De acuerdo con el epidemiólogo, Esteban Ortiz, Ecuador fue la primera gran víctima del virus en el continente americano, por sus lazos con España. “Los ecuatorianos somos la principal comunidad migrante de España, y muchos de los familiares de esas personas ingresan constantemente al país, especialmente a principios de año”, aseguró Ortiz. Y fue esta una de las razones para que el virus llegara antes y golpeara tan fuerte como lo hizo.
En medio de la pandemia, donde los hospitales estaban colapsados y los servicios funerarios no se daban abasto, la alcaldesa de Guayaquil se ingenió un plan. Primero impidió que vuelos procedentes de Madrid aterrizaran en el aeropuerto de la ciudad. Vehículos ingresaron a la pista y no permitieron que un Airbus A340 de Iberia y un Boeing 777 de KLM descendieran. Cynthia Viteri, había dado el primer paso para tomar el control de su ciudad, fue criticada y hasta amenazada con procesos legales por la medida que había adoptado. Aun así, siguió con su estrategia.
“Cómo es que el mismo Gobierno, que dice que nadie entra y nadie sale de la provincia, permita el ingreso de extranjeros y de un avión que venía de España”.- Cynthia Viteri
A la medida de impedir el ingreso de vuelos comerciales de otros países se sumó una arremetida en contra del gobierno central. Al presidente del país, Lenín Moreno, le dijo públicamente: “Les presentamos un plan para manejar la ciudad, permítanos manejarlo, permítanos manejarlo con la fuerza pública y la salud de este país, déjennos a nosotros si ustedes no han podido”. Y luego de esto, una estrategia que involucró a la iniciativa privada, organizaciones de beneficencia y gobierno central y local se pusieron en marcha.
Finalmente, el 6 de abril y con un promedio de 460 muertes diarias, Viteri decidió que era suficiente. Para determinar las infecciones se dispuso de 500 médicos que visitaron de casa en casa a los habitantes para hacerles evaluaciones y entregar medicamentos. “Todos los días visitó 5 mil casas, puerta a puerta: les llevamos medicina, mascarillas (porque aquí especularon con los precios) y desinfección (porque encima hay dengue), aseguró Viteri. Además, se pusieron 25 ambulancias para atender llamados y se levantaron 50 puntos de salud en el municipio.
Se construyeron también 2 hospitales y 35 clínicas médicas móviles que recorrieron la ciudad en busca de pacientes. Todo esto, según Viteri, en un plan de cooperación entre empresas privadas, organizaciones de caridad, fundaciones y fondos de la propia comuna de Guayaquil, dejando fuera al gobierno central. También, redirigió la inversión de US$35 millones para obras municipales y se crearon 2 fondos para ayudar a los pequeños y medianos comerciantes.
“La ayuda en medicinas y camas llegó de la empresa privada y organizaciones convocadas por un comité que dirige el exalcalde de Guayaquil, Jaime Nebot”, aseguró Viteri. Con los fondos de emergencia que se dispusieron se logró que las compras pudiesen ser más rápidas y directas, evitando los trámites burocráticos.
Para Bernardo Pineda, del CACIF, en Guatemala hay una serie de problemas que van desde la compra de pruebas para detectar el virus y una burocracia que ahoga todo esfuerzo. Pineda sostiene que el gran reto es cómo podemos articular de manera conjunta y lograr atender esta emergencia en Guatemala. “Una articulación como la que lograron los ecuatorianos, entre los sectores que se unieron, nos serviría de mucho y así evitar llegar a una situación como la que ellos vivieron”, apunta. La experiencia de Guayaquil podría ser una alternativa para aliviar los efectos de la pandemia en Guatemala, sostiene. “Deberíamos trabajar en conjunto para hacerle frente a esta situación”, asegura.
“El modelo de los ecuatorianos es funcional aquí y se puede replicar con mucha facilidad, tenemos la buena relación y las ganas de evitar que esto se vuelva lo mismo que ellos vivieron en lo peor de la enfermedad”, Bernardo Pineda.
Mientras en Guatemala cada día los contagios van en aumento, los hospitales no se dan abasto para atender a los enfermos y la corrupción se apodera de los fondos destinados a atender la crisis, al sur del continente hay un gran ejemplo. El de una mujer que impidió el aterrizaje de aviones con carros bloqueando la pista y que tuvo el valor de decirle al presidente: “Hasta aquí, ahora lo voy hacer yo”.