Flores frente a su foto. Dos años después y de Antonieta no se ha vuelto a saber nada
Su cuarto sigue intacto, los libros, sus pinturas, sus zapatos, su ropa, todo donde ella lo dejó.
Su madre todos los días entra a la habitación, coloca flores frente a su foto y ora con la fe de que un día Antonieta aparecerá como Dios quiere que aparezca, viva o muerta.
Desde el jueves 29 de junio de 2017 nadie volvió a saber de ella.
Iba en su moto y se despidió de sus amigos tras comer un churrasco en un restaurante de Cobán.
Se dirigía a su casa que estaba a ocho kilómetros del pueblo, en Carchá.
En el camino se desvió 400 metros para dejar a un compañero en su hogar y después, como si la tierra se la hubiera tragado, nunca se volvió a saber de ella.
Dos años han transcurrido desde aquel 26 de junio y en casa de Antonieta impera el silencio y la oración, las únicas dos formas para mantenerse en pie, para sobrellevar la incertidumbre.
La madre de Antonieta ha enfermado poco a poco. El brillo de sus ojos ha desaparecido y la tristeza invadió su rostro.
Se acuesta y levanta pensando en ella. Casi no duerme. Y está medicada por las enfermedades que le han surgido debido a la ausencia de su hija.
A veces tiene la esperanza de que recibirá la noticia de que apareció. Pero, en Cobán situaciones extrañas ocurren y una de ellas es que desaparecen mujeres jóvenes y algunas aparecen sin vida.
Aunque, ya no importa tanto la forma en la que la encuentren, pero quiere a su Lucecita Antonieta de vuelta.
Por eso ni su clóset, cama o sus muebles han sido tocados.
Están intactos, tal como lo dejó ella por la mañana cuando salió a su trabajo en una agencia bancaria del pueblo.
Anto, como le dicen, nunca dejaba de llegar a casa.
La obediencia a su mamá y los principios cristianos la llevaron a tener una vida disciplinada. Tanto, que en el colegio siempre fue una de las mejores alumnas aplicadas y obedientes.
Lo único que se logró encontrar en el camino fue la motoneta y el bolso de Antonieta. Estaban a orillas del caudaloso río Cahabón.
De ahí que surgió la primer teoría de si habría caído al río. Pero, su cuerpo jamás fue encontrado y de haber sucedido, la motocicleta también hubiera sido arrastrada.
La familia de Antonieta aún sigue visitando la fiscalía, pero no hay ningún avance significativo que pueda dar indicios si fue raptada para trata de personas, asesinada y posteriormente arrojada al río. O cayó a la vertiente del Cahabón por accidente.
Han perdido la esperanza de que la encuentre el Ministerio Público, una entidad que carece de recursos y con una carga de casos que limita su concentración en un solo expediente.
Mientras tanto, no les queda más que orar. Se han entregado a Dios y su confianza en él de que algún día Antonieta aparecerá no importa como sea.