A sus 50 años lucha por abrirle una brecha a las mujeres, en un mundo de hombres en la agricultura. Elvia Monzón, nació y creció en la Aldea Rancho Viejo, del municipio de San Antonio Huista, departamento de Huehuetenango, ha logrado lo que muchos solo sueñan y hace realidad la igualdad.
“Cuando me nombraron presidenta muchos hombres se preguntaban: ‘Esta señora, ¿no tiene nada qué hacer en su casa?’”.
Elvia Monzón es la primera mujer que integra la Asociación Integral de Caficultores (AIDEC), previo a convertirse en Cooperativa y es hoy, su presidenta. En un grupo de 15 caficultores, con visión y habilidades femeninas logró demostrar que las mujeres no tienen límites.
Elvia no es ninguna improvisada, creció en los sembradíos de café y desde los 5 años acompañaba a su padre al corte del oro negro. A sus 15 años y gracias a sus esfuerzos se le heredó un terreno cafetalero y eso selló su futuro de éxito tan relacionado al café. Se dedicó por completo al cultivo y en solo dos años era experta en el tema.
Sabe, por experiencia propia, todo lo relacionado a las matas, el grano, el corte, el secado, la venta y la organización. Quizá la cooperativa que hoy preside no pudo haber quedado en mejores manos.
También se dio un tiempo para la familia, ser madre y desarrollar el amor al hogar y la familia. Se casó a los 20 años y su vida transcurrió con normalidad hasta el 2001, cuando su esposo emigró solo a Estados Unidos, dejándola sola con cuatro hijos menores, de 12, 10, 5, y 3 años. Su vida cambió, pero nada la detuvo, recordó su vocación cafetalera y esta ejemplar guatemalteca dejó de ser la típica mujer de la cocina, de la comida, de los hijos y la limpieza.
Tanto y tan duro ha trabajado en la cooperativa, que ya es ejemplo entre las otras féminas que ahora la integran y su liderazgo ha resonado en la Asociación Nacional del Café (Anacafé).
La participación de la mujer en las organizaciones productivas es clave, aseguró María Febres, representante de IICA en Guatemala. “Han demostrado liderazgo, perseverancia y sobre todo trasmiten confianza a sus socios gracias a los resultados alcanzados. Para ellas, el camino no es fácil, deben trabajar mucho y demostrar que realmente pueden contribuir a lograr cambios, rompiendo de esta manera estereotipos y con ello alcanzar cargos dirigenciales de mucha responsabilidad”.
Elvia pasó de vender su café en las calles a ser dirigente y presidenta y ahora trabaja por el futuro de una cooperativa que tiene un futuro espectacular. Sus esfuerzos son reconocidos dentro y fuera de nuestras fronteras y ha demostrado que, por la igualdad se lucha.
Con información de IICA e Infobae