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Quiso ser maestra y terminó en el Congreso de la República. Nunca imaginó que su búsqueda por justicia, tras la desaparición de su esposo, la llevaría a convertirse en una de las figuras más controvertidas de la política de Guatemala y ahora a un paso de perder su inmunidad.




Hoy es la vergüenza de la izquierda y durante mucho tiempo el secreto mejor guardado de la cúpula empresarial. Desde el inicio, Nineth Montenegro, se caracterizó por ser una activista pro derechos humanos y sus acciones la llevaron a la política nacional.

Desde que desapareciera su esposo, Edgar Fernando García, a manos de las fuerzas militares su lucha la llevó a las portadas de los diarios y los titulares de los telenoticieros. Una mujer había desafiado al Ejército y pedía justicia, durante el conflicto armado interno.

La imagen de una joven siendo expulsada del Palacio Nacional, por miembros de la policía, la catapultó al imaginario público. Fundó el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), plataforma que le sirvió para atender a familiares de desaparecidos y preparar el terreno para una carrera política.



Foto: Hemeroteca Prensa Libre

Pudo ser una vendetta contra la institución que le arrancó a su esposo o una verdadera labor de altruismo, la que le motivó a incursionar en la política. Y desde 1996, “Nineth” se hizo un nombre para sí misma.

Con ojos, uñas y dientes se metió a contarle las costillas al Ejército de Guatemala. Rubro por rubro, centavo a centavo, la activista convertida en política logró evidenciar los excesos de que los altos mandos militares gozaban.

Más de algún general, teniente o coronel vieron en la pequeña diputada una amenaza. Sus nombres se convirtieron en sinónimo de corrupción y por cada denuncia, el prestigio de Montenegro subía como espuma.

Durante un largo período de tiempo fue un referente de la lucha contra la corrupción. Se convirtió en el orgullo de quienes profesan una ideología “siniestra” y la abominación de los ultraderechistas.

Pero, Montenegro tenía un secreto, uno que le rompería el corazón al propio Ernesto Guevara. El empresario y ex líder de la cúpula empresarial, Dionisio Gutiérrez daba a conocer que fondos de su billetera habían financiado a la diputada y su partido político Encuentro por Guatemala.



Dionisio Gutiérrez.

De verdugo a acusada

Durante años, las redes fiscalizadoras de Montenegro pusieron a temblar a quienes escuchaban sus pasos. Pero, hoy la historia es otra, una en que el dedo acusador la señala e incluso podría llevarla a prisión.

Una investigación de la CICIG y el MP, determinó que Encuentro por Guatemala habría recibido fondos para las campañas electorales 2011 y 2015, y no los declaró ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Montenegro, como secretaria general de la agrupación, sería la responsable de haber cometido el delito de financiamiento electoral ilícito.

Las investigaciones del MP y CICIG, dieron cuenta que la procedencia de al menos Q1.7 millones que ingresaron a las cuentas de Encuentro por Guatemala no se pudo establecer. Además, aportes de dos entidades, Maximum y Publicidad Avance, por Q76 mil y Q197 mil respectivamente no fueron reportadas al TSE durante la campaña de 2015. Acciones que llevaron al TSE a solicitar la cancelación de Encuentro por Guatemala y abrir un proceso contra Montenegro.




Hoy, la diputada irá ante la Comisión Pesquisidora para dar sus pruebas de descargo. Mientras que un acorralado Gutiérrez ha dejado en claro que su aporte a Montenegro fue transparente y legal, mientras tomó distancia de la parlamentaria.

Hoy, “Nineth” está citada el próximo viernes ante la pesquisidora y los ojos y oídos de la política guatemalteca estarán sobre sus declaraciones. La activista convertida en política ha sufrido un golpe que podría manchar su legado. Mientras, se da cuenta que “no todo lo que brilla es oro y que detrás de una sonrisa se esconde un traidor”.

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