Guatemala es un país violento, donde las muertes, asaltos, robos, violaciones y extorsiones se viven a diario. Problemas que parecen no tener fin y en lugar de descender van en aumento, principalmente en las zonas rojas de la capital (1, 5, 6, 7, 11, 12 y 18).
Un problema común para los vecinos de estas áreas son las extorsiones, delitos que consisten en obligar a una o varias personas, por medio de violencia o intimidación, a entregar dinero para obtener algún beneficio propio.
Según el Ministerio Público (MP), un modo común de operar es entregarles un celular a las víctimas, por medio del cual, bajo intimidaciones con armas de fuego y ataques a su familia, les exigen un pago que deben entregar por medio de depósitos bancarios o de mano en mano.
Todos pagan
Todos han escuchado de las extorsiones, un tema “normal” en la zona 6 capitalina, que limita con el municipio de Chinautla. Este es un lugar donde al caminar por ciertas colonias, es evidente la tensión del ambiente por su peligrosidad.
Personas tatuadas con referencia a las maras, drogadictos y asaltantes, atemorizan a los ciudadanos que transitan o se dedican a trabajar en dicha zona. Un sector conocido por el tema de las extorsiones es el mercado de Jocotales, donde una de las víctimas decidió hablar.
Por motivos de seguridad, la identidad de quien cuenta el testimonio no se dará a conocer.
En el mercado de Jocotales existen varios sectores establecidos por los extorsionistas, del 1 al 4, y conforme llegan más vendedores se podría hacer un quinto. Cada uno alberga aproximadamente cien locales, todos enumerados por ellos mismos.
A cada venta se le exige un pago en quincena y fin de mes, el cual depende del tamaño y de lo que comercian. En el mercado se extorsiona a todos los locatarios, desde los que venden en un mantel colocado en el piso, hasta a quienes tienen tableros, champas o locales formales.
Cuando un local está en un cuarto cerrado, el pago oscila de Q300 a Q400 quincenales, mientras que una persona que tiene su venta en el piso debe cancelar de Q50 a Q75. Hay que considerar que, según el testimonio, en época de bono 14 (julio) y aguinaldo (diciembre), les exigen el doble.
Haciendo un promedio de Q100 por local, serían Q10 mil por sector; multiplicando lo anterior por cuatro secciones, da un total de Q40 mil quincenales. Con estas cifras, los extorsionistas reciben al mes Q80 mil, casi Q1 millón al año, cifra que puede ser mayor.
La cadena de extorsión
Al momento de poner su puesto, hace varios años, nuestro entrevistado ya tenía conocimiento de que sería extorsionado, solo que no sabía cómo: “Nomás abrí el local, un día 14, el 15 ya habían venido a decirme que todos los vendedores debían pagar”.
Cuenta que se le acercaron dos personas del “comité”, quienes no estaban tatuadas ni parecían delincuentes, pero que siempre forman parte de la cadena creada por los mismos extorsionistas. Son los encargados de dar la información a los afectados, pero a su vez también son víctimas.
Me entregaron un listado. Ellos se lo dan a uno con los números de los locales y donde establecen quiénes deben cobrar en cada fecha”.
La lista consiste en saber quiénes recibirán el dinero por sector, según lo establecido por ellos. Cada tres locales recogen en una quincena el pago de la extorsión del resto de ventas; los puestos van cambiando, por lo que a todos les toca recibir el dinero en algún momento.
“Cuando se recibe el dinero, se debe anotar el número de local de quien paga, contar que el monto sea el establecido en el listado, guardarlo y esperar”, detalla el afectado. Añade que los puestos que no pagan deben ser anotados, para que el próximo mes cancelen el doble.
Luego de haber recolectado el efectivo, se acercan unos sujetos a indicarles el día, hora y el lugar a donde hay que irlo a dejar, con una persona específica. “Cada representante de su sector debía llegar con lo recaudado. Llegamos a una bodega, donde nos dieron un teléfono para hablar con el extorsionista”, explica.
“Él sujeto nos exhortó a todos para que estuviéramos pagando, porque no quería amenazar a nadie; señaló que él no amenazaba, sino que venía de una vez a cumplir lo que decía… El que no pagara, lo iba a mandar a la tumba”, asegura la víctima.
Según el testimonio, en el mercado todos son puntuales. A veces hay atrasos, pero pagan el doble al siguiente mes para evitar problemas. “Así se evitan inconvenientes, como cuando vinieron a dejar cabezas de seres humanos, hace unos tres años”, recuerda.
Años viviendo con miedo
Las extorsiones en Jocotales, como en otras colonias de la zona 6, llevan años; sin embargo, dicho mecanismo solo tiene unos 3 o 4 años. Por ello, algunos dueños de los locales optaron por vender y otros por alquilar, para que otros sean los que paguen.
El afectado agrega que no pueden organizarse para evitar las extorsiones, ya que tienen miedo. “Nadie quiere arriesgar su vida, por lo que unos apoyan y otros no; incluso, puede haber gente involucrada del mercado que diga quiénes se están organizando en su contra, y por ello mejor llevar la fiesta en paz para poder trabajar”, manifiesta.
El testigo asegura que las mismas familias de los extorsionistas compran en el mercado y que estas se encargan de corroborar los números de los locales y si están pagando.
La situación es tal, que hace algún tiempo se intentó meter otra banda a extorsionar. En aquel entonces, los que ya cobraban mandaron muchachos para evitar esa situación. “No para protegernos, sino para cuidar sus intereses; incluso, nosotros debíamos darles agua y atenderlos”, indica.
A pesar de todo, la víctima no ha pensado en cambiarse de zona, según comenta, ya que si pagan no se meten con ellos. Aun así, reconoce el temor que tiene y lamenta el hecho de que hay veces que las ventas no van bien y que han dejado de comer por pagar la cuota.
La situación es lamentable en el mercado, donde el trabajo sucio de las extorsiones es hecho por los propios comerciantes, mientras que los malhechores solo reciben el dinero ganado honradamente por otros.
