En abril de 2018, la destitución del antiguo director del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, Álvaro Véliz, generó inconformidad en artistas y trabajadores de la institución. El cambio fue tan inesperado, que un grupo de artistas presentó una carta al presidente Jimmy Morales y al Ministerio de Cultura y Deportes para exigir la restitución.
La periodista y politóloga Roxana Ávila asumió como la nueva directora. Desde ese momento, comenzó un conflicto entre gran parte de los trabajadores y ella. El ambiente en el lugar es tenso. Para los empleados, quienes pidieron el anonimato, la nueva directora tiene una “actitud hostil” con el personal.
Relato conversó con ambas partes para conocer qué sucede en el Teatro Nacional.
Hemos considerado renunciar
Buscamos una conciliación, pero desde que ella tomó posesión, nunca se ha sentado con el personal. Es muy prepotente, es todóloga. Nos afecta porque su actitud es muy hostil hacia todo el personal. Hace acusaciones como “todos son huevones”, “son corruptos”, pero no tiene ninguna evidencia. Nos ha difamado en redes, pero luego borra las publicaciones.
Si usted agarra a alguien haciendo algo ilícito, como ella dice que hacemos, no se queja en sus redes. Se va a la Policía, al Ministerio Público, levanta un acta o algo. Es tan ridículo como si un policía publicara en su perfil “están robando en la esquina”.
Lo único que queremos es: un ambiente de trabajo agradable, que se hagan las cosas con su debido proceso, que nos dejen trabajar como está en nuestros contratos. Todos mis compañeros y yo hemos considerado renunciar. Esto es un desgaste tremendo. Me cuesta ponerme el uniforme ya, es doloroso cuando yo siempre he sido orgulloso del Teatro.
No son condiciones para trabajar
Hay personas trabajando en el sótano, en una bodega. Está lleno de polvo y no hay baños. Allá abajo, no son condiciones para una oficina.
Nos acusa de muchas cosas, pero no tiene las pruebas. Nos dice que renunciemos, pero le decimos que si tiene pruebas contra nosotros, que nos despida. Pero no las tiene.
Piensa que está en su finca
El miedo de todos es pensar que a fin de año, ya no tengamos el trabajo. Yo puedo buscar en otro lugar, pero quienes ganan menos no. Incluso esas personas tienen miedo de denunciar para no perder sus trabajos. Es una dictadura.
Ella piensa que está en su finca. Le truena los dedos a uno. Y ahora, todos los departamentos están seccionados. Si viene la Contraloría General de Cuentas, encontrará irregularidades en puestos y salarios.
Se siente un ambiente de dictadura.
Tengo ganas de renunciar, de salirme, de irme. Nos sentimos agobiados, porque nuestro trabajo para ella nunca está bien. Para tener un jefe con quien no hay diálogo ni conciliación, prefiero irme. El temor que tenemos es que nos siga llamando la atención y según la ley, con tres llamadas, perdemos el trabajo.
Con los demás directores la relación ha sido cordial, lo normal de un trabajo. Hay problemas, pero siempre manteníamos la cordialidad, cosa que no pasa con ella.
Es una persona non grata
Las autoridades no nos han puesto atención. Ni sus jefes, ni el viceministro o el ministro. Eso a pesar de que ya se les envió un documento. No ha despedido a nadie, pero cambia a la gente de puestos. Para la mayoría, es una persona non grata.
Lo que nos molesta es la prepotencia, la arrogancia con la que llegó al Teatro. Toma represalias contra las personas que se rehúsan a hacer lo que ella dice. Clausuró el departamento de vestuario, por ejemplo. Lo que afecta es el ambiente de zozobra, que uno no trabaja tranquilo. No sabemos si nos quedamos o nos vamos.
El otro lado
Para Roxana Ávila, la molestia proviene de un grupo de empleados a quienes “les quitó los negocios de corrupción dentro del Teatro”. Ávila confirma que no se ha despedido a nadie, pero que sí hay actas levantadas y denuncias por anomalías que la funcionaria encontró al tomar el cargo.
En el Teatro laboran alrededor de 120 personas, las cuales no ganan más de Q3 mil 500 mensuales. “Ganan muy poco, pero eso no quiere decir que no hagan un buen trabajo”, menciona Ávila, quien agrega que los empleados tenían secuestrado el lugar, los enseres patrimoniales y disponían arbitrariamente sobre la autorización de eventos. “Me voy yo y viene otro y lo mismo le van a hacer. Pero no son todos. Hay muy buenos empleados, pero así es como una manzana podrida pudre a las demás”.
“Nos han querido boicotear eventos, apagan la bomba de agua, apagan las luces, no hay gente cuando se le necesita”, comenta la directora. Desde el comienzo de su gestión, Ávila mencionó que su intención es “sanear la institución” y que el problema reside en que nadie controlaba los abusos. “Me llegan a gritar como si fueran los dueños del teatro. No aceptan autoridad”, dice la funcionaria, quien aclaró que el desalojo de áreas como la de vestuario, es para ubicar al nuevo personal que está llegando.
En cuanto a su relación con Jimmy Morales y su hermano Sammy, Ávila asegura que solo los ha saludado una vez. “Es lógico que yo tenga vínculos con presidencia porque todos los puestos los nombra el Presidente o el ministro. Me gané mi puesto por capacidad”, finalizó.
El actor Óscar Cano opina que la situación afecta a las compañías teatrales y a los eventos. “Si cambian a alguien de un día para otro, afecta completamente a la producción”. Para él, a pesar de la decadencia que tiene el Teatro, como toda institución administrada por el Gobierno, los trabajadores están haciendo maravillas.
Los empleados están agotando opciones y tomando las cosas con calma. Si el Ministerio de Cultura no acciona pronto, presentarán una denuncia formal contra Ávila para buscar el diálogo y solucionar el problema. Por su parte, la directora ratificará las denuncias penales que ya presentó ante el Ministerio Público.
Fotos: Elena Gaytán