Para Mi Gente, Rodrigo Fresse desde Ciudad de Guatemala.
No es de locos, conspiranóicos y de fatalistas decir que la realidad social, política y económica de Guatemala cada vez está peor, porque cada vez más se evidencia la descomposición del sistemas a causa de razones evidentes, cómo la corrupción del aparato Estatal que empieza desde la cabeza del gobierno electo, es decir desde el presidente. Seguido de la incapacidad y desconocimiento de los diputados y alcaldes para implementar políticas públicas que empiecen a generar cambios estructurales en las áreas urbanas y rurales del país.
Un país “medianamente rico” que padece el mismo subdesarrollo de una nación en guerra o con Estado fallido
Es una locura pensar que el PIB y el PIB per cápita de Guatemala, según el Banco Mundial, sitúan al país en la categoría de “ingresos medios altos” pues en cifras esto se traduce a que el país tiene un PIB de 85,99 miles de millones USD (2021) y un PIB per Cápita de (US$4.603 en 2021), siendo más alto que Costa Rica, y otras naciones de América Latina, que tienen mayor desarrollo humano y social. ¿Por qué de esta situación?
En primer lugar, un problema histórico de fondo y estructural que convierte a Guatemala en una de las naciones menos desarrolladas del continente americano es su alto índice de pobreza extrema, que alcanza el 59.3% de las personas, y continúa en aumento según entidades internacionales, esto debido a que ni el Gobierno central, por medio de sus ministerios, tiene políticas públicas eficientes para solventar esta problemática, la cual desencadena otros problemas de fondo como la falta de educación, salud y seguridad que obligan a muchas personas a buscar un mejor futuro fuera del país y emigrar.
Los políticos deben de velar por la salud y nutrición
En el tema de salud, Guatemala tiene una de las peores inversiones a nivel mundial, pues únicamente destina el 2.2% del presupuesto, lo que hace que el sistema de salud en el país sea ineficiente y deplorable. Otros estudios reflejan que por esta baja inversión se ha tenido que cerrar el 66% de los Puestos de Salud, y los 1,204 restantes se encuentran en malísimas condiciones, y cuentan con malos servicios y/o están desabastecidos, lo que genera que los 45 hospitales nacionales tengan que atender a casi 10 millones de guatemaltecos que dependen de la salud pública, generando así un estancamiento en el servicio.
Muchos pacientes que deberían ser atendidos en los centros y puestos de salud, acuden a los hospitales sobre poblando el servicio.
Cualquier aspirante a diputado, alcalde y presidente, debe solventar esta problemática de inmediato, pues el futuro del país depende de la salud de sus habitantes, quienes no tienen acceso a esta, así mismo, Guatemala reporta los precios más altos en medicina y cuidados privados de la región, siendo la salud, la última prioridad de las familias. El país vecino (México) vende la medicina a costos mucho más bajos y sin IVA.
La falta de educación impactará en la competitividad del país
De esta problemática de la pobreza extrema se desprende también la desnutrición crónica y aguda; el 48% de nuestros niños y niñas sufre de hambre, mientras que al mismo tiempo la Nación reportó que 3.5 millones de guatemaltecos sufren de seguridad alimentaria, es decir, que no tienen los suficientes fondos económicos salariales para costear su alimentación.
La pobreza extrema también genera, en Guatemala, una de las tasas más altas de analfabetismo, deserción escolar y en general provoca tener una de las poblaciones con más retrasos académicos del mundo. Casi 2 millones de personas no saben leer, ni escribir y nunca asistieron a la escuela, además 6 de cada 10 terminan la primaria, 2 de cada 10 culminan secundaria y solo 1 de cada 10 logran llegar a la universidad.
Una educación que estanca más a los guatemaltecos
Esta realidad se empieza a vislumbrar, ya que Guatemala, en evaluaciones internacionales, ha reportado los niveles y calificaciones más bajos de la región en materias como matemática, lectura, comprensión y escritura, sin una ciudadanía educada, veremos cómo el país sigue cayendo en el Índice de Competitividad Global, pues en los últimos diez años, ha bajado siete plazas, ubicándose en el puesto 98 de 149 a nivel internacional y en el 13, de 18 a nivel latinoamericano.
La falta de educación afecta la competitividad e inversión en el país, pues es simple, al tener uno de los currícula estudiantiles más obsoletos, y sus alumnos obtienen las calificaciones más bajas.
La corrupción que pareciera ser parte de la cultura política es otro de los mayores problemas del estancamiento del país, que por ende ahondan otros más como la falta de inversión en aeropuertos, aduanas y puertos, los serios problemas del transporte público, los problemas viales, las desastrosas carreteras, lo cual ha generado que muchas empresas internacionales, transnacionales y globales opten por países como Costa Rica, Panamá, Chile, México, Uruguay para poner sus sedes.
Cualquier político, con dos o tres dedos de frente, debe de dejar de ofrecer y llevar a Guatemala a la competitividad mundial, en lugar de solo prometer bolsas y láminas solidarias, para invertir los fondos públicos en verdaderas políticas públicas.
La seguridad el problema de nunca acabar
Una nación sin seguridad es un país sin desarrollo, pues, con una alta tasa de violencia homicida, con crecientes índices de violencia sexual contra la mujer, niños, entre otros. Según las Naciones Unidas, seis de cada 10 menores de edad han sufrido algún tipo de abuso, además de contar con altos índices de femicidios, sin olvidar las constantes extorsiones que asesinan a miles de pequeños comerciantes o trabajadores, colocan a Guatemala en un país con otros retos por resolver.
Aunado, el incremento de las usurpaciones, el robo de energía eléctrica, y una fuerte presencia de narcotráfico, pandillas y crimen organizado, colocan a Guatemala como una de los países más violentos para vivir.
Lamentablemente, el Ministerio Público ha manifestado su incapacidad para perseguir a los criminales, así como la Policía Nacional Civil y el Ministerio de Gobernación.
¿Qué pasa por la mente de los políticos?
Es aquí cuando uno se pregunta ¿qué tienen los políticos en sus cabezas? Desde 1985 no ha existido un líder, que mejore la realidad nacional, solo aprendices de izquierda, derecha, centro o de cualquier otra ideología que somatan la Biblia, o critican al empresario, despotrican contra el campesino, hacen de menos a la clase media trabajadora, pero su fin primordial es saquear al Estado.
Solo esperemos que en estas elecciones 2023, los guatemaltecos de bien nos impongamos a esos grupos oscuros, y le demos un mejor futuro a la niñez, a los adultos y los ancianos y a los guatemaltecos en general y de todas las clases sociales, ideologías y religiones, pues los buenos siempre son más. Algunos de quienes se lanzarán deben tener buenas intenciones, no sería posible que sigan legitimando un sistema que no funciona, un sistema de corrupción, porque eso es robarle la esperanza a millones de guatemaltecos.